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'El castor que lloraba'

'El gran mercado del mundo' se queda sin actores

Cabosanroque dialoga, en el Teatro de la Comedia y a través de su propio lenguaje, con la obra de Calderón de la Barca

Imagen del equipo de Cabosanroque durante el proceso de creación
Imagen del equipo de Cabosanroque durante el proceso de creaciónFrauRecerquesVisuals

Cabosanroque apunta ahora a don Pedro Calderón de la Barca. En los diálogos que la Compañía Nacional de Teatro Clásico propone entre sala grande y pequeña (la Tirso de Molina), aparece la compañía de Bañolas (Banyoles) para imponer su lenguaje dentro de 'El gran teatro del mundo', representado de una manera más «purista» sobre el escenario principal de la Comedia.

De inicio, el espectador que suba a la parte más alta del Teatro de la Comedia para asistir a 'El castor que lloraba' se topará con un almacén. Cuatro cajas, que podrían contener obras de arte, y apenas 16 taburetes. El resto del escenario, vacío. El público, esta vez, no entrará en bloque, sino en dos grupos. Unos, dispuestos a escuchar la narración del cuento desde la platea a través de auriculares; y los otros, son los propios hombres de «El gran teatro del mundo» que van mirando dentro de esas cajas/carros. Luego, unos y otros cambian los papeles. Sin actores. «Dependiendo del lado por el que empieces, se entenderá de una manera», apunta Roger Aixut, de Cabosanroque.

[[H2:¿«Spoiler»? No, gracias]]

¿Y qué verán allí dentro? Responde: «Cuatro secuencias mecánicas, tridimensionales y acústicas donde no hay palabras...». ¿Algo más? «Lo mismo que había en los autos sacramentales de Calderón: mecanismos y máquinas de artificio que generan naturaleza», explica tratando de evitar cualquier expresión que dé pie a un mínimo «spoiler».

Sirven los apuntes de Calderón como guía a una compañía que no se ha resistido a la manipulación, como asegura Aixut. Por un lado, operan con las manos; y por el otro, intervienen con medios hábiles y, a veces arteros, con distorsión de la verdad y al servicio de intereses particulares. «Una combinación de las dos podría estar describiendo la técnica del “collage”, en la que un gesto con las manos aísla un fragmento de una obra, lo desvincula de su contexto general y de sus elementos contiguos para insertarlo en una nueva situación que genera otro significado».

Si Calderón les dice que «el monte abrió sus senos y apareció una gruta que arrojó las piedras por el teatro con gran violencia», ellos confrontan esa imagen con la minería; y si Calderón insinúa que ha sido el Mundo quien ha puesto los «montes y los valles profundos donde fuere menester, y haciendo zanjas la tierra ha llevado por sus conductos brazos de mar desatados», ellos se preguntan si «no hace ya unos cuantos siglos, si no milenios, que es el hombre quien se dedica a estos menesteres por la vía de la agricultura y la ingeniería civil».

Los catalanes aterrizan así en Madrid (continúan gira por el Temporada Alta de Gerona) para darle una vuelta al 'Gran teatro...' calderoniano y preguntarse cuál es hoy la relación entre el Autor y el Mundo. ¿Si el primero muere qué pasa con el resto? «Los humanos estamos maltratando el escenario que habitamos. Pero la conclusión que sacamos es bastante esperanzadora para el personaje del Mundo». Igual no tanto para los hombres...

Además, Cabosanroque entrega el poder al sonido, como marca de la casa; de hecho, de ahí viene el título: de la grabación de Bernie Krause del castor que lloraba. Una línea ecologista que también acude a las grabaciones de pájaros y ranas en la zona de exclusión de Chernóbil realizadas por Peter Cusak.

  • Dónde: Teatro de la Comedia, Madrid. Cuándo: hasta el 17 de noviembre. Cuánto: 25 euros.