La irreverencia de Club Caníbal: su gozo en un pozo
La compañía visita las Naves del Español (Matadero) con una sátira ibérica en la que disparan al negacionismo climático
Madrid Creada:
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Si el escenario grande del Teatro Español programa a La Zaranda (Manual para armar un sueño) hasta el domingo, en la Sala Max Aub de Matadero (Naves del Español) los chicos de Club Caníbal cogen el testigo de la bufonada/sátira. Algo así como un juego entre dos generaciones de hijos de la ironía en el que el grupo que dirige sobre las tablas Chiqui Carabante se reconoce «admirador» de la compañía jerezana, pero también de José Luis López Vázquez y José Bódalo. Las obras de estos portadores del «pop ibérico» (Algún día todo esto será tuyo, Alfonso el Africano...), como se definen, van en paralelo de la tradición cómica española de los Gila o Berlanga. Aunque, quizá, con un punto algo más salvaje y caótico –María Cabeza de Vaca ha sido la encargada de poner orden en el caos–, aunque siempre con el humor negro por bandera, «el más genuinamente español», afirman. «En este país llega más rápido el chiste que la mala noticia», asegura una compañía que bebe tanto «del telediario» como «del programa de Bertín Osborne cuando hacemos zapping».
El neorrealismo caníbal toma forma en Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro (incluso la casualidad ha querido que el nombre tenga cierto reflejo del de La Zaranda), una sátira climática que parte de «hechos reales acaecidos a nuestros conciudadanos», presentan de una pieza que toca la ecología, la política y la fe –«de cómo la religión trata la fe», puntualizan–. Eso sí, «todo salpimentado de humor absurdo y surrealista» –defienden– porque «así es la vida. Al menos, en este país».
Cuenta Carabante que el origen era «un niño que caía en un pozo», pero les fue imposible seguir. «Nos decían que se parecía demasiado al caso de Julen –continúa el director–. No veíamos cómo sacar humor de ahí». «No nos parecía ético», apunta Vinuesa –parte del elenco junto a Vito Sanz y Font García–: «El teatro es provocador, pero siempre que te parezca moral; y nos encontramos con un margen que no nos dejaba avanzar. La sátira no tiene que ver con la crueldad».
No les quedó otra que sacar al niño de su historia, aunque no se alejaron del pozo. Como fan de los carnavales de Cádiz, el actor recurre a la comparsa de los Carapapas para ponerlos de ejemplo: «Se formaron en la última semana por una crisis y son de los mejores». Ese es el espíritu que abraza Club Caníbal para defender su «volantazo» de última hora en una trama que se vertebra alrededor de un pozo de agua y que en dos meses ha cambiado de forma «radical».
La sobreexplotación, los populismos y el negacionismo climático ganaron terreno: el Gobierno quiere cerrar el pozo que es la fuente de riqueza de Villanueva, un pueblo a la frontera de un gran Parque Natural. Pero Julián, el alcalde recién elegido, piensa cumplir lo que prometió a los vecinos de su pueblo: el pozo será legalizado por mucho que la UE insista en el cambio climático y en cómo los cultivos de caqui están secando la zona. Se detiene Carabante en mitad de sus explicaciones para entonar el «mea culpa»: «Todos somos negacionistas. Hablamos de esto y creo que realmente no somos conscientes del problema. Nos están avisando y no hacemos nada», intercala en la conversación igual que la pieza viaja del drama y la tragedia al humor.
Por mucho que lo intenta, el personaje central no consigue encontrar la vía administrativa para legalizar el pozo, así que urde un plan para que la extracción de agua sea intocable, recuperar una aparición mariana de antaño. «Por gracia y obra de la Virgen María, el agua del pozo se convierte en Agua Santa. Pero quizá el agua del Parque no sea infinita...», cuestionan quienes se definen como «payasos viejos». «Cambiamos las palabras de sitio para ver si el golpe llega mejor. Si la gente no ríe, lo pasamos mal», cuenta el director.
- Dónde: Naves del Español (Max Aub, Matadero), Madrid. Cuándo: hasta el 7 de abril. Cuánto: 20 euros.