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Jayne Eyre devuelve el golpe

Ariadna Gil, dirigida por Carme Portaceli, se mete en la piel de la protagonista del libro de Charlotte Brontë, que en su momento fue duramente criticado para más tarde convertirse en un precursor del feminismo

Ariadna Gil, en la imagen, ha tenido que adaptarse al escenario del Español, de 9 metros, después de realizar la obra en el del Lliure, que tiene 17
Ariadna Gil, en la imagen, ha tenido que adaptarse al escenario del Español, de 9 metros, después de realizar la obra en el del Lliure, que tiene 17larazon

Ariadna Gil, dirigida por Carme Portaceli, se mete en la piel de la protagonista del libro de Charlotte Brontë, que en su momento fue duramente criticado para más tarde convertirse en un precursor del feminismo

«No sería capaz de soportar esta humillación, yo, eso, no lo perdonaría. Si todos obedecieran y fuéramos amables con quienes son crueles e injustos, ellos no nos tendrían nunca miedo y serían cada vez más malos. Si nos pegan sin razón tenemos la obligación de devolver el golpe, estoy segura, y bien fuerte, para dejar claro a los que lo hacen que no lo pueden repetir». Es la respuesta de Jane Eyre a su amiga Helen cuando esta última asume el castigo como parte de la educación en el internado en el que viven. Ahí, en el espíritu de la cita de la protagonista del libro de Charlotte Brontë, radica la fuerza de un personaje ante el que Carme Portaceli no puede ocultar –tampoco lo intenta– estar entregada: «Lo más fantástico es el hecho de que Jane, desde su nacimiento y sin tener unas circunstancias que la lleven a ser de esta manera, tiene en su interior el instinto de superación más impresionante que yo jamás haya leído. En la obra hay un gran amor, que es el de Rochester y Jane, pero hay algo más importante que es cómo la protagonista tiene el instinto de luchar por su libertad y sus principios. Lo único que te queda en los momentos adversos».

Ser mujer en el XIX

Por este motivo, el camino de la directora estaba condenado a cruzarse en el de Jane Eyre encima de los escenarios, como ocurrió hace año y medio sobre el del Teatre Lliure de Barcelona. Ahora llega al Español madrileño porque, defiende Portaceli, «pensaba que valía la pena tras comprobar que ha sido algo fascinante y donde hemos colgado el cartel de “sold out” desde el primer momento». Con estas premisas presenta la también directora del coliseo de la Plaza Santa Ana un montaje que define como «una historia de superación de alguien inteligente, brillante y fuerte» que, además «nos habla de cómo era ser mujer en una época». Aunque, como explica Ariadna Gil –actriz principal aquí–, también se trata de una adaptación –a cargo de Anna María Ricart– «complicada porque Brontë, además de contar la peripecia vital de Jane, habla de muchísimas cosas: desde la época en la que vive a la historia de superación de un personaje que no se parece a ningún otro por esa rebeldía que esconde dentro de una apariencia tan formal. Ese sentido del deber y ese apasionamiento tan grande por lo que cree que debe ser y por lo que siente».

Y es que «Jane Eyre» no es más, ni menos, que la ventana desde la que Brontë (Reino Unido, 1816-1855) quiso mostrar su visión del mundo. Hay ficción en la obra, pero, sobre todo, son sus sentimientos y sus propias vivencias las que plasma en el original de 1847. Dándole así la voz a una protagonista que opina sobre la diferencia arbitraria entre clases y hace especial mención al papel de la mujer en el mundo, pero también a los levantamientos obreros, a la demanda del derecho a voto para los trabajadores y a las revoluciones políticas que se extendían entonces por toda Europa. «Ella nunca deja que nadie olvide, por ser pobre o ser mujer, que no es un ser inferior», añade Portaceli. Aunque por encima de todo, es una obra romántica donde la lucha por la libertad es el impulso que guía a Jane en una sociedad donde las mujeres no la podían alcanzar. «Y también hay, por supuesto, esa gran historia de amor que sólo se podrá vivir cuando los dos protagonistas estén de igual a igual, cuando el amor no sea una prisión, sino un acto libre».

Y si la fascinación de Portaceli se palpa a simple vista, no es menos la de Ariadna Gil: «Nunca había tenido un personaje tan difícil ni me había costado tan poco emocionarme en el escenario», se sorprende. Porque para la actriz, Jane Eyre ha supuesto dar un paso en su propio interior. Le ha invadido «la sensación extraña», dice, «de ver cómo me ha hecho mejor. Ves cual es el sitio de las cosas y a qué debes dar importancia. Te enseña una forma de vivir diferente y a ser auténtica».

Una sinceridad que no siempre gusta, y menos aún a mediados del siglo XIX. Así, la recepción de los sectores conservadores fue agria. Como la de Lady Eastlake, la primera en valorar el texto como «una obra peligrosamente inmoral», además de insinuar que si era una mujer la que había escrito –llevaba el seudónimo de Currer Bell– semejante ofensa «debía haber perdido el contacto con la vida social de su propio sexo»; más el diagnóstico de un fatal espíritu de rebelión comparable al de la clase obrera y la acusación de «falta de feminidad», por parte de la también escritora. Pero lo que Eyre reclama no es más que igualdad y respeto. Una heroína victoriana que trataba de tú a tú a su amado Rochester: «¿Usted piensa que yo soy un autómata, una máquina sin sentimientos?». Por ello Abel Folk (Rochester) presenta la función como «una de las primeras grandes novelas feministas de la historia». Elemento que se ha respetado en el montaje: «Somos tres varones en escena, pero el alma es femenina», comenta quien completa el reparto junto a Jordi Collet, Gabriela Flores, Pepa López, Joan Negrié y Magda Puig. Interpreta a un «hombre duro como el caucho que gracias al contacto con Jane termina destruyendo toda la parafernalia defensiva que se había montado», explica. «Precisamente por eso –acompaña Portaceli– el feminismo se debe entender como algo integrador, nunca excluyente. Somos los que somos, hombres y mujeres, y debemos estar juntos».

Peripecia fraternal

«Jane Eyre» es una novela escrita en 1847 por Charlotte Brontë bajo el seudónimo de Currer Bell. De otro modo hubiera sido muy diferente la acogida del libro. Una peripecia a la que también recurrieron sus hermanas Emily y Anne.

Dónde: Teatro Español (calle del Príncipe, 25. Madrid).

Cuándo: del 5 al 21 de octubre.

Cuánto: de 4 a 22 euros.