"La piel fina": Comedia con el mismo patrón de siempre ★★☆☆☆
Los premios cosechados de su etapa en Barcelona parecían un sólido bagaje para un espectáculo que, en verdad, se desarrolla dentro de los parámetros archiconocidos del teatro comercial
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Autoría y dirección: Carmen Marfà y Yago Alonso. Reparto: Leo Rivera, Laura Pau, Francesc Ferrer y Ángela Chica. Teatro Pavón, Madrid. Hasta el 3 de noviembre.
Una candidatura a los Premios Max, dos nominaciones a los Premios Butaca y un galardón en los Premios Teatro Barcelona –además de otras tres nominaciones– había conseguido ‘La piel fina’ en 2022 en el circuito catalán antes de llegar a Madrid. Parecía un sólido bagaje para un espectáculo que, en verdad, se desarrolla de principio a fin dentro de los parámetros archiconocidos del teatro comercial.
Nacho (Leo Rivera) acude a visitar a unos amigos, Eloy (Francesc Ferrer) y Sonia (Laura Pau), que acaban de ser padres y se han ido a vivir a la sierra. Con él va su nueva pareja, Miranda (Ángela Chica), cuya edad, inquietudes y personalidad no parecen muy acordes con los suyos. Cuando Nacho vea por primera vez al hijo de sus amigos, les hará saber que, de momento, seguramente porque todavía es un bebé, no es precisamente guapo. Aunque carece de mala intención, el comentario es suficientemente torpe para desencadenar un cruce de reproches entre los cuatro protagonistas sobre distintos aspectos de su vida en común y sus respectivas maneras de ser.
Tal cual está planteado, el argumento de esta comedia podría haber sido un excelente molde para ahondar en algunos temas tan interesantes como son las desproporcionadas expectativas, a veces un poco pueriles, que depositamos en nosotros mismos y en nuestros seres queridos; la manera que tenemos de proteger a nuestros hijos, sin que nos importe demasiado para ello atentar contra toda idea de verdad, ética y justicia; la dificultad para acomodar nuestros deseos a la realidad; o la escasa tolerancia que mostramos con el prójimo cuando sus hábitos y preferencias no coinciden con los nuestros. Y no es que la obra no pase por algunos de esos asuntos; pero más bien los sobrevuela, veloz, para que el pasaje llegue a su destino sin contratiempos intelectuales de ninguna clase. Todo lo conflictual se queda más bien en un fugaz y esquemático apunte dentro de unos diálogos ágiles pero previsibles y poco tensionados en su nivel más profundo. Así ocurre una y otra vez cuando parece que la acción –alejándose rauda mucho antes de contactar– se está aproximando a los problemas de vivienda y de conciliación familiar y laboral, o cuando conduce a los personajes hasta un espejo que se oscurece antes de mostrar en todo su esplendor y complejidad los reflejos de sus contradicciones.
En lo que se refiere al elenco, los cuatro actores cumplen haciendo un trabajo sencillo dentro de unos personajes que tienen menos de tales que de reconocibles bosquejos, intercambiables con los de otras muchas comedias similares con argumentos parecidos. En todo caso, se agradece el intento de Laura Pau por alejarse un poquito del cliché y del manierismo –hasta donde su rol se lo permite– en la composición que hace de Sonia. Asimismo, cabe destacar el trabajo de Elisenda Pérez en el diseño de una escenografía sin pretensiones, pero eficaz para una propuesta de este tipo, donde el objetivo no es otro que facilitar la continuidad y ambientar el espacio con vistosidad bien medida en un código más o menos realista.
Lo mejor: La comedia discurre con el ritmo debido y apunta temas interesantes en los que, por desgracia, luego no profundiza.
Lo peor: Uno tiene la sensación de haberlo visto todo ya contado mil veces de la misma manera.