Siempre es tiempo de bicicletas
La emblemática obra de Fernando Fernán Gómez vuelve, de la mano de César Oliva, a las tablas del Centro Cultural de la Villa
La emblemática obra de Fernando Fernán Gómez vuelve, de la mano de César Oliva, a las tablas del Centro Cultural de la Villa
Todo espíritu teatrero que ya se estuviera en activo allá por 1982 guardará en algún recoveco de su cuerpo «Las bicicletas son para el verano» que estrenó el Español ese 24 de abril. «De lo mejor que se ha montado en Madrid desde entonces», le contestará alguno de los afortunados a la pregunta de cómo fue la obra levantada sobre el texto de Fernando Fernán Gómez. Llevado a escena por Juan Carlos Plaza, la conversación de aquello continuará por unos derroteros muy similares a algo así: «Uy, qué maravilla ese Don Luis de Agustín González...». Y así una detrás de otra. Es el listón que tiene ante sí la versión de la obra que ahora abraza César Oliva. Vuelta del texto al Centro Cultural de la Villa, donde fue trasladada tras su paso por el Español. De nuevo en casa de Fernán Gómez –nombrada así en 2008–. Antes, en 2003, Luis Olmos ya hizo otro acercamiento, también en el mismo espacio.
Sosteniendo el trabajo de Oliva: Llum Barrera, Patxi Freytez, Esperanza Elipe y Adrián Labrador, entre otros. Ellos serán los encargados de dar vida de nuevo a esa familia media del Madrid de la Guerra Civil, de las vísperas del levantamiento del 18 de julio al 1 de abril del 39. Es la mirada «alejada, pero certera» –presentan– de este núcleo. Los quehaceres diarios de la España de entonces personificados en ellos. Como punto de partida, el del título: el deseo de Luisito por contar con una bicicleta para el verano del 36, pero la contienda, además de alargar el sueño, cambiará, y mucho, los planes de todos. De primera mano lo conoció el propio Fernán Gómez, como recuerda Barrera: «Él era ese Luisito de quince años y cuando escribió la obra era el padre, Don Luis, que tuvo que tragarse sus palabras, recibir alguna que otra paliza por ser rojo y tirar para adelante como pudo».
- Agridulce, pero optimista
Una obra que «remueve nuestra historia, recuerdos que mucha gente tiene. Es un momento histórico que merece la pena volver a visitar a través de las palabras de Fernán Gómez, que cuenta la situación dramática de la época con mucho más humor e ironía», apunta Barrera (Doña Dolores). Y, su director le sigue: «Consigue con elementos de comedia y diálogos ingeniosos llegar a un planteamiento dramático en el que el espectador sentirá lo que es pasar una Guerra Civil en una casa de familia media. Es agridulce, pero optimista». En el sitio de ese Don Luis glorificado de González tendrá que ponerse ahora Patxi Freytez. Un ser con «la típica mala leche de muchos españoles», define. Un personaje «luchador», que encaja los golpes «con una sonrisa e intenta sacar adelante a su familia». Para llegar hasta él Freytez reconoce haberse apoyado en «otro personaje luchador»: Willy Loman, el protagonisa de «Muerte de un viajante», de Arthur Miller.
Barrera y Freytez serán los encargados de llevar el peso de la «versión comprimida» de Oliva, como la califica el propio director. «Hay escenas de peripecias secundarias que se han eliminado para dejar claro el tema principal y por razones de reparto, porque hoy es imposible hacer un montaje con más de diez actores para luego realizar una gira», justifica.
- Dónde: Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez. Madrid.
- Cuándo: hasta el 30 de abril.
- Cuánto: 19 euros.