
Toros y TV
Las autonómicas desmontan el tabú taurino de RTVE
Las cadenas regionales han encontrado en los toros un auténtico filón de audiencia, presencia digital y prestigio local

Mientras RTVE sigue con su veto no declarado a la tauromaquia, las cadenas autonómicas se han convertido (sin grandes aspavientos) en refugio, trampolín y escaparate del toreo en la televisión española. No solo emiten, lideran. No solo fidelizan, exportan. Y lo hacen con naturalidad, sin épica ni controversia, conectando con públicos de todas las edades y en todos los formatos.
Telemadrid ha sido la gran revelación. Su apuesta integral por la Feria de San Isidro se ha traducido en una remontada de récord: mayo cerró con un 5,9 % de share, el mejor dato en trece años y un 19 % más que abril. El secreto está en las plazas: las corridas promediaron un 11,4 % de cuota y reunieron a 122 000 espectadores por tarde. El sábado 7 de junio, la última corrida del abono isidril, con Antonio Ferrera, Fernando Robleño, Manuel Escribano y los toros de Adolfo Martín llegó a un 16,1 % (con más de 150.000 espectadores únicos), y al día siguiente, las redes ardieron con la trde mágica de Morante de la Puebla y su histórica Puerta Grande, llevando al canal, en un hecho realmente excepcional, a reponer el festejo el pasado viernes. La cadena ni lo dudó: vendió los derechos a otras televisiones (CMMedia, Aragón TV, La 7 e incluso una emisora mexicana) y reafirmó que los toros, además de emoción, generan negocio.
Pero el éxito va mucho más allá de la tele tradicional. En digital, la feria ha sido una bomba en mayo: 4 millones de vídeos vistos, 103 millones de minutos reproducidos, 5,4 millones de visualizaciones en YouTube, 28 millones en TikTok, 6,6 millones en Instagram. El 83,3 % del consumo ha sido en streaming. Y la audiencia ya no es solo madrileña: México, Estados Unidos, Francia o Colombia aparecen entre los países con más tráfico. La fidelidad es transversal y global. Espectadores veteranos y público joven se han encontrado en una misma plaza: la pantalla.
La fórmula se repite en otras comunidades. Aragón TV se ha especializado en liderar franjas con sus retransmisiones: el sábado 10 de mayo rozó el 16,1 %, el domingo 11 superó el 19 %, y la novillada del 13 se movió en torno al 16,7 %, con un 23,9 % de seguimiento entre jóvenes de 13 a 24 años. Ni Eurovisión fue rival: el fin de semana del 17 al 18 de mayo registró un 17,1 % de share. Las cifras demuestran que la oferta taurina no es nostalgia: es programación eficaz, ajustada y sorprendentemente competitiva.
Castilla-La Mancha Media también ha sabido leer la jugada. Aunque su share mensual fue del 5,6 %, las tardes taurinas superaron ampliamente esa media. El 17 de mayo alcanzaron un 13,7 %, y el primer fin de semana de junio, entre el 10 % y el 12 %. Casi 100 000 espectadores únicos se conectaron con cada retransmisión. El dato habla solo: no hay otro contenido con esa constancia en el prime time regional.
Murcia tampoco se ha quedado atrás. Su cadena autonómica, La 7, dobló o triplicó sus registros habituales gracias a los toros. El 17 de mayo, la corrida de rejones firmó un 9,7 % de cuota; el mano a mano Ortega–Aguado, el día 24, un 8,7 %. El resto de las emisiones, entre un 4 % y un 7 %. Más de 40 000 espectadores únicos por festejo. No es minoritario: es rentable.
A esto se suman otras autonómicas que completan el mapa. Canal Sur, con numerosas fechas en la región y tres citas de la Feria de Abril; Extremadura TV, con la final del Circuito de Novilladas extremeño; al igual que La 8 de Castilla y León. À Punt, por su parte, ha modificado su libro de estilo para ser más libre y permitir las transmisiones taurinas, las mismas que estrenará ahora con la Corrida de Hogueras del 24 de junio. Cada territorio con su acento, pero todos bajo el mismo principio: emitir toros es útil, natural y tiene respuesta ciudadana.
En ese contexto, RTVE permanece impasible, anclada en un veto ideológico. Pero la evidencia es que la tauromaquia sigue viva, que el público la conecta emocional y digitalmente, y que las autonómicas tienen un filón en su programación. Rechazarlo es ignorar tendencias y audiencia.
Porque más allá del debate moral, los toros son audiovisual en estado puro: contenido de drama, ritual, iconografía y marketing con números de prime time y récords digitales. Las autonómicas que se han atrevido a emitirlos han demostrado que este contenido es necesario, rentable y culturalmente relevante. Quedan como guardianas de un espectáculo que ha sobrevivido al tiempo y que ahora pisa fuerte en el presente mediático.
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