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Para Chicharro, la Puerta Grande; y para Jesús Moreno, la enfermería

Tarde de perros en Madrid. El frío, la llovizna, el viento y el mal cuerpo que se te queda con el tabaco gordo que cobró Moreno al empezar el festejo marcaron la jornada
Para Chicharro, la Puerta Grande; y para Jesús Moreno, la enfermería
Para Chicharro, la Puerta Grande; y para Jesús Moreno, la enfermeríaPlaza 1
La Razón

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Casi no dio tiempo ni siquiera a sentarnos en nuestras localidades cuando Jesús Moreno ya estaba ahí, en la arena, a merced del agresivo albahío de Aurelio Hernando que se le frenó justo en el embroque de esa larga cambiada a porta gayola que nunca se consumó. Ni un capote amigo llegaba a hacer el quite, tan rápido y tan lento todo. Y el rastro de sangre, terrible. Después diría el parte médico que el certero pitón izquierdo del novillo penetró por el muslo izquierdo del albaceteño 30 centímetros hasta el hueco poplíteo y otros 20 hasta el fémur, contusionando el nervio ciático. Lo dicho, un tabaco muy gordo que condicionó toda la tarde.
Eso y que, como para escenificar la zozobra que se vivió, aquel sol brillante que acompañó el paseíllo se tapó tras la nubes, dando paso a un frío polar, una molesta llovizna y un vendaval que lo complicaba todo aun más. Pero volvamos al toro, que algunos novillos tenían la seriedad de los mayores.
El festejo ya era otro, hecho trizas el cartel inicial, que se quedó en un mano a mano entre dos novilleros que apenas se presentaban en Madrid con picadores y con un orden lidia completamente alterado, la tarde se enrareció. Más que de toros, era de perros.
A Juan Herrero le tocó hacerse cargo del de Aurelio Hernando que había herido a Moreno y al que le zurraron lo suyo en varas, quedándose a la defensiva y sin pasar, así que el madrileño se limitó a prepararlo para la estocada. Y se la jugó con el quinto, de Cerro Longo, entre el vendaval. El novillo siempre le buscó por dentro, más por la falta de gobierno, mucha culpa tuvo el viento, que por sus malas ideas, aunque las fue desarrollando hasta llegar a voltearle sin más consecuencias que el susto en el cuerpo. Tuvo, eso sí, con el tercero la opción de mostrar su concepto y su inteligencia delante de la cara del bravo, porque el de Hnos. Sanvodal tenía un fondo bueno pero había que limarle las aristas con firmeza, suavidad en el trato y autoridad en el trazo, algo que Herrero supo darle con acierto. Sin embargo, aunque los pañuelos volaron, el presidente hizo la vista gorda.
Justo lo que no hizo antes, con el segundo, un buen ejemplar de Montealto que empujó con ímpetu las telas, aunque lo hiciera a media altura. Con él, Alejandro Chicharro no terminó de verse muy convencido. Entre chicuelinas de recibo y ayudados por alto en el prólogo de muleta, sólo se puso a torear de verdad en la tercera serie, pero cuando el novillo más apretaba, a partir del tercer muletazo, por el pitón que fuera, el de Miraflores de la Sierra remataba la serie y se iba, dejando todo a medias. Es cierto que hubo muletazos buenos, pero aquello no terminaba de subir, ni de redondearse. Esta vez el presidente sí sacó su pañuelo. Después, con el de Concha y Sierra, anduvo más precavido. Es cierto que «Aceitunerito» no se entregó nunca y le faltó recorrido, pero tuvo la intención de acudir. Faltó decisión en ambos.
Pero el premio estaba en el sexto, un novillo manso en el caballo pero codicioso en la muleta, la que buscó por abajo siempre y yendo a más. El de Ángel Luis Peña pidió guerra y Chicharro la dio a medias, otra vez cortando las series cuando aquello subía con fuerza. Pero hubo muletazos tan hondos que le fueron suficiente para la oreja..
Miércoles 1 de mayo de 2024. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Primera de la feria de la Comunidad. Alrededor de dos tercios de entrada.
Se lidiaron seis novillos, por ese orden, de Aurelio Hernando, manso con peligro; Montealto, bueno a media altura; Hnos. Sandoval, bueno y a más; Concha y Sierra, reservón; Cerro Longo, desarrolló peligro; y Ángel Luis Peña, codicioso. Serios y de variadas hechuras.
Jesús Moreno, de lila y oro, herido grave.
Juan Herrero, de azul marino y oro, estocada baja en el que mató por Moreno (silencio); estocada suelta y aviso (ovación); y estocada trasera y descabello (ovación).
Alejandro Chicharro, de lila y oro, estocada y dos avisos (oreja); estocada y descabello (silencio); y estocada trasera (oreja).
Incidencias: Juan Herrero y Alejandro Chicharro se presentaron con "Galán", nº 45, y "Oportunista", nº 54, respectivamente.