Una novillada muy toreable de Montealto en plena ola de calor en Madrid
Álvaro Burdiel dio una vuelta al ruedo
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Los novillos de Montealto pusieron este domingo el verdadero argumento del primer festejo de la temporada estival en Madrid, con varios ejemplares muy toreables y un segundo simplemente extraordinario, que, lamentablemente, no fueron suficientemente aprovechados por la terna, de la que solo destacó Álvaro Burdiel.
En el día en el que el epicentro taurino se ubicaba en Jaén con la esperada reaparición de José Tomás, tres novilleros que habían ya dejado buen sabor este año en Madrid volvían a hacer el paseíllo en Las Ventas para revalidar -o no- aquellas sensaciones pasadas en una tarde muy calurosa y con poquísima gente en los tendidos.
Y es que en la capital del reino el “peregrinaje” enfervorizado ni estaba ni se le esperaba, y menos tras las 29 tardes seguidas del San Isidro que finalizó hace justo una semana, además de los 40 grados que marcaban los termómetros y con las televisiones autonómicas dando la corrida de Asprona de Albacete con Morante y Ureña en el cartel.
Abrió la tarde Manuel Diosleguarde, que anduvo “a gorrazos” con un primero de tremenda calidad pero que se dejó mucha vida en el caballo y en volatín que se dio también en el primer tercio.
El joven salmantino le robó muletazos sueltos de buen corte dentro de una labor en la que se le vio sobrado en todo momento ante un novillo apagadito y muy dócil, pero que no acabó de conectar con la gente. Y es que tanta facilidad en ocasiones se torna en frialdad.
El cuarto tampoco tuvo mal aire, aunque fuera apagándose también en la muleta de un Dioleguarde demasiado encimista, tanto que acabó ahogando -y hasta aburriendo- las alegres arrancadas que había demostrado el de Montealto en los dos primeros tercios, y que acabó hasta echándose por dos veces antes de que le montaran la espada.
El primero de Barbero tuvo todas las cualidades para haber puesto la plaza boca abajo: prontitud, alegría en el galope, humillación y una excelsa calidad por los dos pitones. Un dulce con el que el abulense acabó atragantándose a lo largo de una labor en la que pegó muchos pases pero prácticamente ninguno dejó poso. Y si ya se mostró muy debajo de su oponente, todavía estuvo a punto de dejárselo vivo.
El quinto se movió también pero con más sosería y sin romper como el anterior, y Barbero volvió a estar en plan “estajanovista” y sin calentar un ambiente que ya estaba lo suficiente caliente en lo climatológico.
Burdiel dejó algún destello suelto ante un tercero noble y soso a partes iguales, y de corto recorrido. Había que ponerle lo que le faltaba al animal, y aquí el sevillano, aunque formado en la escuela de Madrid, estuvo más en las formas que en el fondo.
El sexto tuvo más recorrido y hasta calidad, y aquí Burdiel logró los muletazos de más entidad de toda la tarde, en una faena también de más fibra y mejor rubricada con la espada. Le pidieron la oreja, lo que hubiera sido un premio desmedido, y al final todo quedó en una vuelta al ruedo de consolación.
FICHA DEL FESTEJO.-
Seis novillos de Montealto, bien presentados y muy toreables en conjunto. Destacó el extraordinario segundo, ovacionado en el arrastre; apagadito y con mucha clase el primero; noble, soso y a menos el tercero; el bonancible cuarto se aburrió pronto; tuvo movilidad el sosote quinto; y manejable el sexto.
Manuel Diosleguarde (carmín y oro): pinchazo, estocada trasera y descabello (silencio tras aviso); pinchazo hondo (silencio).
Daniel Barbero (verde botella y oro): seis pinchazos y casi entera atravesada (silencio tras dos avisos); estocada honda (silencio).
Álvaro Burdiel (grana y oro): pinchazo, estocada contraria y descabello (ovación tras aviso); estocada desprendida (aviso y vuelta al ruedo con algunas protestas tras leve petición).
En cuadrillas, José Manuel Mas, que había bregado con solvencia al tercero, saludó también tras banderillear al sexto.
La plaza registró mucho menos de un cuarto de entrada (4.917 espectadores según la empresa) en tarde de calor sofocante. EFE