Sin presupuesto
La plaza de toros de Oviedo seguirá abandonada: las obras se aplazan otro año
El regidor municipal atribuye el retraso a límites legales de gasto, aunque insiste en que el proyecto sigue sobre la mesa
Las readecuación de la plaza de toros de Oviedo vuelve a quedar en suspenso. El alcalde, Alfredo Canteli, ha pospuesto oficialmente el inicio de las obras hasta 2027, incumpliendo su promesa de comenzar los trabajos en 2026. A pesar de haber sido una de sus declaraciones más repetidas, la realidad presupuestaria ha terminado por desmentirle: las cuentas municipales para el próximo año no contemplan ni un solo euro para el proyecto.
Canteli ha explicado que la Ley de Estabilidad Presupuestaria impide ejecutar el gasto necesario, aunque los fondos existan. "Sí se hará el proyecto, pero no la obra. Porque la regla de gasto no nos permite gastar el dinero que tenemos", reconoció. Lo que queda claro es que, por mucho que se repita el compromiso, la obra sigue sin fecha firme y sin dotación económica.
El regidor insiste en que la reforma es una prioridad personal, pero su gestión no termina de alinearse con esa supuesta urgencia. La plaza de toros de Oviedo, una de las más emblemáticas del norte, seguirá cerrada y degradándose al menos dos años más, en un contexto donde aún no pocos aficionados insisten en defender el motivo por el que fue edificada y mantienen la esperanca de devolver la actividad al coso, aunque entienden que este retraso es un paso más hacia su desaparición como espacio taurino.
Porque, además del aplazamiento, hay otro dato que no pasa desapercibido: el objetivo municipal es transformar el coso en un recinto multiusos, eliminando por completo su función taurina. Es decir, no solo se retrasa la rehabilitación, sino que el modelo de uso que se plantea borra toda posibilidad de que vuelva a acoger una corrida de toros.
Resulta irónico que una ciudad con tanta historia taurina ni siquiera pueda permitirse mantener vivo su patrimonio arquitectónico ligado a la tauromaquia, pese a contar con recursos. La ley lo impide, dicen. Pero la falta de voluntad política pesa más que cualquier reglamento financiero cuando el rumbo ya está decidido.
Mientras tanto, la plaza seguirá cerrada, deteriorándose, perdiendo vida y desconectándose aún más del pulso cultural que un día tuvo. Y si en 2027 se decide finalmente actuar, habrá que ver si lo que se pretende es rehabilitar un símbolo... o enterrarlo con barniz institucional.