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Obituario

Se prolonga el luto en el campo bravo: fallece el ganadero Joaquín García Nieto

La comunidad taurina encadena varias pérdidas significativas en cuestión de días, con el adiós de nombres clave del mundo ganadero

Detalle del crespón negro que se han colocado esta tarde los diestros larazon

El campo bravo ha vivido una semana particularmente dolorosa. A las recientes desapariciones de Ana María Bohórquez y Álvaro Domecq Romero, dos figuras fundamentales de la ganadería taurina contemporánea, se suma ahora la muerte de Joaquín García Nieto, conocido popularmente como "Joaquinazo", una personalidad profundamente ligada a la crianza de bravo en la provincia de Jaén.

La noticia del fallecimiento de García Nieto ha caído como un nuevo golpe en una semana donde la expresión cultural de la tauromaquia ha sentido con fuerza la fragilidad del tiempo. "Joaquinazo" encarnaba el perfil de ganadero hecho a sí mismo, con oficio, carácter y campo.

Nacido en Jaén, García Nieto fue propietario de varios hierros: Joaquín García Nieto, Las Pinedas y Encarnación Ferrer Teruel. Más allá de su labor como criador de bravo, se distinguió también como tratante de ganado, una actividad que aprendió desde niño, siguiendo los pasos de su padre. Conocía el campo desde la tierra, no desde los despachos.

Su ganadería, ubicada en La Carolina, junto al histórico enclave de la batalla de "Las Navas de Tolosa", ofrecía una postal poderosa: más de 140 vacas conviviendo con sementales y camadas, en un paisaje donde la historia y el toro comparten territorio. Allí criaba animales de marcada personalidad, a partir de una interesante línea genética de origen Osborne.

Joaquín García Nieto no fue un personaje mediático, pero sí profundamente respetado en el sector. Su forma de entender el campo, de hablar claro y de criar sin concesiones, le valió un lugar firme en el entramado ganadero. Quienes lo trataron, destacan su conocimiento práctico, su pasión por el toro y su manera directa de defender su visión.

Su muerte marca el cierre de un capítulo discreto pero sólido del campo bravo. En una semana donde el luto ha teñido los cercados, su ausencia se suma a una sensación de pérdida generacional que no puede pasarse por alto. La tauromaquia se sostiene en hombres como él: silenciosos, constantes, imprescindibles.