
Obituario
Álvaro Domecq Romero, el caballero del que todo partió
Rejoneador, ganadero y visionario ecuestre, su legado es ya patrimonio cultural

A los 85 años ha fallecido en Jerez de la Frontera Álvaro Domecq Romero, rejoneador de estilo inconfundible, ganadero de Torrestrella y creador de una de las instituciones más emblemáticas de la cultura andaluza: la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. Su figura ha sido puente entre el arte antiguo del toreo a caballo y una visión moderna, internacional y profundamente andaluza del patrimonio ecuestre y taurino.
Hijo del legendario Álvaro Domecq y Díez, heredó no solo el apellido, sino la vocación. Montó a caballo con apenas un año, participó en acosos y derribos a los once y debutó como rejoneador en 1959, en Ronda. Recibió la alternativa un año después, en El Puerto de Santa María, de manos de su padre. Lo apadrinaron Dominguín, Puerta y Camino. Una ceremonia que sellaba la continuidad de una estirpe fundamental en la historia del toreo a caballo.
Toreó más de 2.000 festejos por España, Francia, Portugal y América. Fue parte de los célebres “Cuatro Jinetes del Apoteosis”, junto a los hermanos Peralta y José Samuel Lupi. Su estilo era otro: más íntimo, menos efectista, lleno de armonía. No buscaba el espectáculo fácil. Creía, con convicción, que sin bravura no hay emoción, y aplicó esa filosofía tanto en la plaza como en su ganadería. Su despedida definitiva fue en su tierra, en octubre de 1985, entre amigos, cinco orejas, puerta grande y la emoción a flor de piel.
Como ganadero, fue alma y guardián del hierro de Torrestrella. Mantuvo la bravura como eje y la seriedad como bandera. Desde la finca de Los Alburejos, supo conservar el encaste, respetar el campo bravo y situar su divisa entre las más admiradas por toreros y aficionados. El toro Domecq, el de Torrestrella, hablaba del criterio de un hombre que no entendía la fiesta sin integridad.
Pero fue, también, un visionario. En 1975 fundó la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, tras el éxito de su espectáculo “Cómo bailan los caballos andaluces”, que aún hoy representa a España en escenarios de todo el mundo. Su impulso creó un modelo de excelencia, formando generaciones de jinetes y proyectando el arte ecuestre andaluz con una dignidad sin precedentes. Lo llevó hasta el Madison Square Garden, porque sabía que lo nuestro merecía ser contado fuera.
También bodeguero, empresario, premiado con la Medalla de Andalucía, el Caballo de Oro y declarado Hijo Predilecto de Jerez, Domecq Romero supo mantenerse fiel a sus pasiones. Con él se va un estilo, pero queda su huella. Un hombre que vivió soñando y terminó, como él mismo dijo, con los sueños casi hechos. Descanse en paz el caballero del que todo partió.
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