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cultura
Un rapero contra sí mismo: así improvisa la inteligencia artificial
Un proyecto pionero coloca a Bnet en el escenario en una batalla dialéctica contra una versión cibernética entrenada con sus rimas

En 1996, el tablero se dispuso ante las cámaras de todo el mundo. En un lado de la mesa, moviendo las fichas negras, Gari Kasparov. Nadie ocupaba el asiento de enfrente, porque la apertura de las blancas la decidía Deep Blue, la supercomputadora de IBM que fascinaba al mundo por una razón: mover las piezas de ajedrez, es decir, jugar, implica una toma de decisiones, algo que filosóficamente se aproxima a un acto de voluntad. Kasparov ganó la primera contienda, al mejor de seis partidas, pero perdió la segunda frente a la versión mejorada de la computadora, en 1997. La próxima semana está previsto un nuevo duelo, musical, de hombre contra la máquina. El rapero Bnet, campeón de España de «freestyle» en 2021, se enfrentará a un duelo de improvisación de rimas contra una versión cibernética de sí mismo, una inteligencia artificial que ha estado adiestrando con sus propios versos y que tratará de darle la réplica en directo sobre un escenario. «Le tengo cariño ya. Va a ser como enfrentarme a mi yo robótico», dice Javier Bonet González (Madrid, 1998). Y este, como le sucedió al ajedrecista, es solo el primer asalto.
Esta es la primera vez que se pone en marcha un proyecto de estas características en el mundo. El próximo miércoles, en la Sala Copérnico de Madrid, el escenario estará listo, los contendientes en sus marcas y empezará la batalla de gallos. Tan perfeccionada está la inteligencia artificial que el primer asalto no mostrará quién está hablando y será el público quien deba adivinar si escucha al rapero o a la computadora. Bnet contra un programa informático que ha «aprendido» solo de él. «Hay cosas muy sorprendentes –dice el rapero–. El otro día, en los ensayos, me dijo: ‘‘tú tocabas el violín, pero es un fracasado’’. Y yo me quedé flipando porque la máquina sabe que yo, antes de mi vida pública, por así decirlo, tocaba el violín realmente. Me tiene localizado», ríe. «En otra ocasión, le dije que mi padre iba a estar escuchando y me dijo: ‘‘Mi gente te insulta, tu padre va a ver cómo te sepultan’’. Nos quedamos pasmados». Durante meses, un equipo de ingenieros, científicos de datos y expertos en narrativa, han perfeccionado un sistema de gran complejidad técnica, como explica Carlos Fernández de Vigo, flamante ganador de un Goya al mejor corto de animación por «Cafunè»: «Trabajamos con un compendio de inteligencias artificiales, varios modelos o herramientas que dialogan entre ellas para generar la respuesta a una serie de ‘‘inputs’’ que se le presentan, que son las ‘‘barras’’ (rimas) de Bnet. En esencia, este compendio de modelos permite al sistema escuchar, entender y generar una respuesta. No solo eso: lo hace adaptando el tono, la intención y el ritmo de la música que establece el final de cada verso», explica este director de cine y profesor de ingeniería informática en la Universidad de Navarra.
El entrenamiento
Parte de lo más interesante de este proyecto ha sido el adiestramiento del programa. Primero se expuso a la IA a todos los vídeos disponibles en internet de Bnet rimando en competiciones de «freestyle» en las que ha participado. Después, el propio rapero grabó en el estudio, frente al programa, varias sesiones ininterrumpidas de improvisación. «Durante horas, solo parando para ir al baño. Presenciar esa capacidad fue para mí algo increíble», dice Fernández de Vigo. Más adelante, comenzó la relación persona-máquina. «Con todo ese trabajo hecho, me mandan una primera versión ya desarrollada de la IA con la que yo me conecto todos los días a través de una web concreta nuestra. Meto mi usuario y contraseña en un portátil y me conecto dos horas todos los días. Yo iba improvisando, hablándole a la máquina y proponiendo una temática. También enseñándole los diferentes tonos: más agresivo, más sarcástico, más tranquilo... Y ella me iba devolviendo sus rimas. A continuación, yo podía decirle a través de la interfaz ‘‘oye eso bien, eso sigue por ahí’’, o al revés, ‘‘eso no me gusta’’. Así, mano a mano, yo le insultaba y ella me respondía», cuenta el rapero madrileño. Y así se ha ido construyendo un doble digital que clava las rimas sobre el ritmo con una voz idéntica a la de su maestro. «Hay un pequeño matiz. Los ritmos que trabajamos son siempre de 90 bpm, para simplificar las cosas, pero responde a los requerimientos y clava las rimas». En la competición, se plantearán varias pruebas que pueden incluir un tema propuesto al que ambos contendientes deben ceñirse, por ejemplo junto a otros elementos de contexto.
El proyecto, como explica Fernández de Vigo, trata de mirar críticamente a la inteligencia artificial, que está a punto de volverse omnipresente. También plantea disquisiciones filosóficas: ¿es la IA creativa o simplemente combinatoria? «Eso nos lleva a debates interesantísimos, porque ¿qué somos los seres humanos? ¿No somos solo una combinación de experiencias y de disposiciones genéticas? Eso nos lleva a cuestiones sin resolver y que quizá no tengan solución. Hoy en día tenemos personas que creen en el libre albedrío y otras que creen en el determinismo, que todo está escrito. ¿Qué creo yo? Pienso que detrás hay una combinatoria colosal, hay ciencia y tecnología, pero que no tiene sentido sin el talento de Bnet ni se puede comparar con él. Pero también creo que hay un punto en el que esa combinatoria, esta capacidad de tomar decisiones que tiene la IA, es un elemento disruptivo frente a la programación informática clásica, porque la máquina es capaz de tomar decisiones complejas y, cuando está bien entrenada y funciona bien, son decisiones muy consistentes. Si no, difícilmente podrías tener, a los Tesla conduciendo solos por ahí. Las soluciones que aporta la IA son cada vez más complejas y pueden llegar a dar la sensación de que la máquina piensa, aunque, si la pregunta es si lo hace realmente, en mi opinión, no. Por lo menos nada que yo conozca».
Los diseñadores del proyecto han decidido no darle una apariencia humana a la versión robótica «para no desnaturalizarla», aunque la voz es clara y humana. Una proyección (secreta hasta la puesta en escena) dará la réplica. En los ensayos llevados a cabo, el resultado es muy bueno. «Tiene momentos en los que realmente impresiona y también hay otros en los que no está muy aguda, según tenga el día», dice Fernández de Vigo. Un momento, qué cosa más extraña decir de un programa informático que «según le vaya el día», ¿no? «Bueno –responde el impulsor del proyecto–, quiero decir que, en términos generales, está en un mismo espacio de respuesta, pero sí que es cierto que, por cómo hemos hecho la arquitectura y por el camino que hemos optado, pues tiene un factor que condicionan que pueda ser más o menos agudo, como cualquier ‘‘freestyler’’». Como una persona, aunque suene increíble.
Una reflexión
Sea como fuere el resultado artístico final, el rpoyecto trata de suscitar un debate. «La IA esta empezando a mostrar su potencial y muy probablemente se irá integrando en muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana, tanto en la vida profesional como en la personal. Su potencial es tan extenso que creo que en estos momentos es aún demasiado pronto para calibrar qué papel jugará en la sociedad futura. Lo que sí sabemos es su capacidad de aprendizaje con el entrenamiento técnico adecuado, por lo que es importante poner el acento en cómo se la entrena y con qué referentes», dice Álvaro Valdelvira, responsable de la marca Oscar Mayer, que patrocina el evento. «En este momento no creo que debamos limitarnos a usar herramientas. Creo que se se requiere un pensamiento crítico por parte de la sociedad, porque al impacto que ya tiene la IA súmale una progresión aritmética o geométrica durante 2, 5 o 10 años. Creo que ahora hace falta un pensamiento crítico o bien informado y que, más allá de utilizar una u otra herramienta, pues haga un ejercicio de preguntarse hasta dónde queremos que llegue, cómo quiero que sea. Y para eso es fundamental colocar al ser humano en el centro de todo», dice Fernández de Vigo. Y este será solo el primer asalto. Todo es cuestión de entrenamiento.
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