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"Upon Entry": paranoia en la tierra de las oportunidades

Alberto Amman y Bruna Cusí son una pareja intentando entrar en EE.UU. en el nuevo filme de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez
"Upon Entry": paranoia en la tierra de las oportunidades / Alberto Amman (izda.) y Bruna Cusí en "Upon Entry"
"Upon Entry": paranoia en la tierra de las oportunidades / Alberto Amman (izda.) y Bruna Cusí en "Upon Entry"ZABRISKIE FILMS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

Última actualización:

Es tan cruda, tan directa y tan minimalista que, por momentos, cuesta creer que la efímera maravilla que es «Upon Entry» no sea herencia de una obra de teatro. Y es más, es que es una herencia de la propia realidad de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vasquez, sus directores, que han sufrido en sus carnes y en las de sus allegados la paranoia migratoria constante en la que vive Estados Unidos desde hace más de dos décadas. Ya saben, lo de tener que ser registrado e interrogado como el más vil de los criminales justo antes de entrar en la tierra de las oportunidades y el hogar de los valientes. El filme, que roza galopante la hora y cuarto de metraje, nos presenta a una pareja (unos Alberto Amman y Bruna Cusí capaces de transmitir ansiedad hasta con las ojeras) de venezolano y española que intentan entrar en EE.UU. Tal será su sorpresa cuando, incluso llevando toda la documentación en regla, se les hace pasar a la sala de los interrogatorios en profundidad, poniendo en tela de juicio sus nuevos planes de vida.
"Upon Entry", con Alberto Amman y Bruna Cusí, ya en cines
"Upon Entry", con Alberto Amman y Bruna Cusí, ya en cinesZABRISKIE FILMS
«Todavía hay muchísima gente que no entiende esa parte del proceso migratorio, cuando entras en un limbo legal», explicaba Rojas a LA RAZÓN, en el marco del último Festival de Málaga y donde la interpretación de Alberto Amman se impuso como la mejor. «Es un monstruo con el que no se ha lidiado en el cine. Y no solo pasa en Estados Unidos, pero allí es más evidente», completa a su lado Vasquez, intentando desgranar una película que se desliza agobiada por la pantalla, haciendo al espectador parte de las propias dudas que comienzan a aflorar entre la pareja a medida que los (odiosos) agentes de inmigración van reconstruyendo su caso.
Pero lo subversivo del texto, que se vuelve puro cine de contexto a poco que uno sea consciente del planeta en el que está viviendo, pasa por la habilidad de los directores para ser didácticos sin dejar de denunciar: «Queríamos contar con el personaje de Bruna Cusí para dotar a la experiencia de ese personaje europeo ante unas dificultades que nosotros los latinos llevamos enfrentando años», añade Vasquez, antes de seguir: «Ir a una embajada de un país a pedir permiso para entrar es absurdo. Y un proceso violento con el que mucha gente no ha tenido que lidiar en su vida». Y es que si el puñetazo de la película deja poco espacio para más, su conclusión es resultado de su propia naturaleza kafkiana: «Upon Entry» no está concebida como una película narrativa, si no como una experiencia de inmersión empática.
Incluso aunque el guion de Rojas y Vasquez funcione sin apenas escenarios, e incluso aunque lo parco de la propuesta vibre en lo liminal, «Upon Entry» no funcionaría sin Amman y Cusí, perfectamente complementarios como pareja ansiosa. «Me pone contento formar parte de un proyecto así, porque es un tema que a mí personalmente me moviliza, me conmueve», explica Amman sobre una película de mínimos, en la que han tenido que implicarse del todo. Y justo ahí se suma Cusí al encuentro: «No me había pasado nunca que, leyendo al personaje veía a muchas amigas mías. Fue muy bonito. Ese decir ''hostia, me lo estoy creyendo''. Lo sentía cercano, incluso no teniendo nada que ver con el personaje en la vida real. Tuve claro desde el principio qué tipo de mujer era esta Elena, porque conozco a muchas amigas que han estudiado fuera, o que son bailarinas, que forman parte de esa clase media alta, esa burguesía catalana que se dedica al arte. El trabajo fue encontrar esa corporalidad que yo no tengo», apunta la ganadora del Goya.
«A mí me pasó algo casi idéntico con Diego, porque cuando leí el guion se me vinieron a la cabeza dos grandes amigos míos que, por carácter, por cómo son ellos podrían responder como él», completa Amman, sobre la torpeza, la temeridad incluso que llega a demostrar su personaje. Y sigue: «Y luego, por supuesto, me sentí identificado como latinoamericano que soy. Me despierta una sensación de injustica muy grande, sobre gente vulnerable que lo único que quiere es salir adelante en su vida, que solo tiene buenas intenciones. Y aquí vemos como el sistema no solo no se lo permite si no que también le humilla. Todo me genera un ansia de destrucción masiva. No, es broma, pero sí que me entristece», añade cómico el venezolano. Y es que aunque la reflexión final de «Upon Entry» se pueda revestir en términos de toxicidad (en pareja, en personalidad, en pragmatismo), lo cierto es que su regusto es ético: Vasquez y Rojas buscan, a veces hasta rozar el esperpento, denunciar lo ridículo que puede llegar a ser el proceso migratorio.