Fútbol
El país donde el coronavirus no ha podido detener el deporte
La Liga bielorrusa ha disputado este fin de semana la tercera jornada y la vida cotidiana es normal y alejada de la pandemia
Una pequeña «aldea» de irreductibles bielorrusos resiste ante la pandemia de coronavirus que tiene paralizada a más de la mitad del planeta. Mientras las Ligas de cualquier deporte de cualquier país de Europa están suspendidas, en Bielorrusia siguen adelante todos los campeonatos como si nada pasase. Y eso es lo que parece: «Si te guías por lo que hay en la calle, todo es normalidad», asegura David Deogracia, un técnico español que entrena a los equipos de cantera del Dinamo de Brest y que si compara lo que ve cuando mira por la ventana allí con lo que le cuenta su familia en Canarias alucina. «Veo las noticias de lo que sucede en España y me parece que estoy ante una película. Mi mujer, mis hijas y mis padres están encerrados y yo, ahora mismo, puedo bajar al bar de la esquina y tomarme un café».
Cuando atiende por teléfono a LA RAZÓN, David está viendo el FC Smolevichi-Vitebsk, uno de los partidos de la tercera jornada de la Liga que se disputaba ayer sin sobresaltos. «La Federación consideró que no había suficientes positivos de COVID-19 como para que afectase a la competición. Se está jugando todo con absoluta normalidad, con desplazamientos de equipos y todo», cuenta. El Vitebsk terminó ganando por 0-1 y después el Isloch Minsk Raion caía ante el Slutsk (2-3). Lo habitual cualquier fin de semana, como en España aquel lejano 8 de marzo, la última vez que el balón rodó en LaLiga Santander con la victoria del Betis ante el Real Madrid en el Benito Villamarín.
Una imagen que para los aficionados españoles queda lejanísima, aunque no haya pasado ni un mes, pero el confinamiento hace que se tenga mucho más fresco el gol de Señor a Malta que provocó el «gallo» de José Ángel de la Casa en la narración, que el de Tello a Courtois hace nada. En Bielorrusia el deporte rey es el hockey hielo y también la pastilla se desliza como si nada estuviera pasando. Tampoco el virus ha contagiado el «puck», lo mismo que sucede con el balón de balonmano, el deporte que compite en popularidad con el fútbol entre la hinchada bielorrusa. El presidente del país, Alexander Lukashenko, es de los dirigentes mundiales que se empeñan en que el coronavirus no es nada y hasta ha asegurado que el «bicho» no se atreve con el frío de la pista de hielo del hockey.
«No tenemos mucha información, los datos oficiales dicen que hay muy pocos casos, concretamente se afirma que uno sólo en Brest, donde nosotros vivimos y entrenamos», comenta David Deogracia, que el próximo lunes, después de las vacaciones, retomará sus entrenamientos con los chicos de la cantera del Dinamo. «Entrenamos a chavales de 12 a 17 años, y lo hacemos sin ningún tipo de medida especial. Ni mascarillas ni guantes. De hecho, ahora no, porque están de vacaciones, pero en cuanto acaben, los colegios y las universidades volverán a abrir». Él vive allí, pero su cabeza está en España y por eso asegura que toma las precauciones que recomiendan las autoridades de aquí. «Ayer fui a comprar muy temprano para que no hubiese mucha gente y cuando me ven con los guantes y la mascarilla, pensarán que dónde va este loco», comenta. En Bielorrusia se ve ahora alguna persona con guantes, pero son los menos y algunos aficionados no tienen ningún miedo a ir a la cancha a ver a sus equipos.
«Es una minoría la que usa estas protecciones y la única limitación que yo tengo confirmada es que los locales de ocio tienen que cerrar a las once de la noche, pero nada más. Estoy hablando contigo y, si me apetece, después puedo ir a tomar una pizza en cualquier restaurante para cenar y luego volver a casa tranquilamente», insiste.
La explicación a que en Bielorrusia sólo haya, oficialmente, 562 casos positivos y 8 fallecidos no resulta sencilla, teniendo en cuenta que todos los países con los que hace frontera: Rusia, Polonia, Lituania, Ucrania... tienen su deporte congelado hasta nueva orden. «La verdad es que es difícil entrar en este país por el tema de visados y eso. Creo que con China sí tienen algún acuerdo. Quizá al tener menos turismo y pasajeros que en otros lugares haya sido más fácil controlar la expansión del virus», reflexiona David, que no puede volver a España para ayudar a su mujer con sus dos niñas de 9 años en el confinamiento. «Si aquí hubiera parón lo tendría fácil, pero al tener trabajo aquí no puedo justificar mi viaje», recalca.
Se muestra tan perplejo como Julio César, central brasileño del Vitebsk, que admite que no tiene elección: «Hay que jugar». Lo dice el presidente de la Federación, Serguéi Zhardetski: «El fútbol puede ser una forma de relajarse ante el actual flujo de alarmantes noticias epidemiológicas».
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