La gira estadounidense sobre pista dura no comenzará hasta el 22 de agosto

Las cifras de la COVID-19 en Estados Unidos son alarmantes. A poco más de tres semanas para la fecha en la que estaba fijada la reanudación de la temporada, el 14 de agosto con el ATP 500 de Washington, la capital federal sigue sumando contagios y eso ha conllevado la suspensión del torneo. Ya se rozan los 50.000 contagiados y según aseguraba el diario “TennisBreak News”, los organizadores llevaban días planteándose seriamente su suspensión. Las peores expectativas se han confirmado con lo que la temporada no arrancará hasta el Masters 1.000 de Cincinnati que tiene prevista su disputa en Nueva York a partir del 22 de agosto, pero... las cifras en la Gran Manzana son todavía más preocupantes. Los últimos datos se acercan al medio millón de contagios y más de 32.000 fallecidos.

Otro motivo que no ayuda a apostar por la celebración de los dos torneos en Nueva York es la obligatoriedad que ha impuesto la Unión Europea de mantener las fronteras cerradas con Estados Unidos. Si esto se mantuviera durante el mes de agosto todos los jugadores que compitieran en los dos torneos (el Masters 1.000 de Cincinnati y el Abierto de Estados Unidos) deberían hacer una cuarentena al regresar a Europa. ¿Y esto qué supondría? El adiós a la gira europea sobre tierra batida previa a Roland Garros, es decir adiós a Madrid y Roma.

Los planes de los organizadores del Abierto de Estados Unidos incluyen el anuncio de la confirmación o suspensión del torneo a finales de la próxima semana. El US Open aspira a que los mejores jugadores del mundo abandonen sus reticencias a competir y que aquellos que lo hagan queden exentos de cumplir la cuarentena para su inminente viaje a Europa en septiembre.