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Un Barça de pena es goleado por la Juve (0-3) y pierde el liderato de grupo

Pierde el partido y el primer puesto de su grupo en la Champions en otro ridículo. Salió sin tensión y después no tuvo respuestas

Cristiano Ronaldo y Messi se saludan en el último Barcelona-Juventus ALBERT GEAREUTERS

El penalti que marcó Cristiano Ronaldo fue un regalo del árbitro, porque Araujo vio el regate del portugués, chocaron y el «7» se fue al suelo, pero para reflexión y sonrojo del Barcelona queda una pregunta: ¿es más regalo eso o la salida al campo que tuvo el conjunto español? La principal diferencia es que una cosa la puedes controlar y la otra no y tal y como está el equipo barcelonista no tienen mucha explicación los primeros 20 minutos. Una parte es el mérito de los italianos y de su presión adelantada, pero otra parte está en cierto pasotismo de los locales, injustificable por mucho que la clasificación ya estuviera resuelta. La penitencia a pagar es que además de perder el partido y ser humillado, perdió el primer puesto del grupo y ahora tendrá un rival en octavos teóricamente más peligroso y además le esperan otro puñado de días de ruido y malestar hasta que llegue el domingo el Levante.

El penalti sirvió para que CR volviera a hacer su cántico de guerra en el Camp Nou, como casi siempre en sus últimas visitas con el Real Madrid, y la empanada siguiente propició que McKennie marcara un gran tanto, un golazo en el que acabó rematando a trallón casi en el área pequeña. Llegó hasta allí como Pedro por su casa. La cara de Koeman lo decía todo. Una especia de: «Qué pena, qué lastimoso». Su apuesta sin «9» nato y con Pedri y Trincao en los costados no funcionaba y no tardó en rectificar. Al descanso ya estaba Braithwaite en el campo y Trincao en el banco. Antes dio tiempo a una reacción que tenía que llegar y a la que dieron forma las subidas de los laterales Dest y Jordi Alba, pero sin remate. Los que intentó Messi salieron muy centrados, cómodos para Buffon. Pero tampoco la Juve se acobardó. Se metió muy atrás, sí, reforzada por sus poderosos centrales, pero salía, encontrando a Morata con libertad, aunque el español no consiguió volver a conectar con Cristiano Ronaldo.

La reacción era un primer paso y el segundo lo tenía que dar la presencia de Braithwaite para ganar un rematador y liberar a Griezmann. Pero lo que se encontró el Barça fue otro penalti en contra, esta vez señalado a instancias del VAR por una mano clara de Lenglet. Es el enésimo fallo del francés. Ya son demasiados y gordos y Koeman no tardó en sustituirlo para que reapareciera Umtiti después de muchos meses. Tenía amarilla el defensa titular, pero la sustitución olió también a castigo. Lo mismo que a Jordi Alba, que también se fue para que entrara Júnior Firpo. Pero al final, Umtiti a los cinco minutos ya tenía tarjeta también.

El papelón era importante con más de media hora por delante y el Barcelona nervioso perdido. Koeman no sabía ni lo que hacer y su siguiente movimiento fue apostar por Riqui Puig, que apenas está contando para nada este curso. Era a la desesperada. El canterano le dio otro dinamismo y ganas, pero no terminó con la sensación de que con muy poquito al Barcelona le hacen mucho: un paradón de Ter Stegen, un gol anulado a Bonucci en un córner por fuera de juego. No puede ser tan frágil un equipo que aspire a los grandes títulos. Porque además tampoco impone y muestra poderío: mucho tiro desde fuera del área, más intensidad por pura rabia, pero a buenas horas. No sabe jugar el conjunto español a contracorriente y no da miedo a nadie.

Ya no podrá decir el Barcelona eso de que es uno en la Champions y otro en la Liga. Ayer fue un desastre igualmente. Ni los disparos de Messi, el que más lo intentó, tuvieron maldad.

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