Real Madrid
La imposible vuelta del hijo pródigo CR7
El Madrid sólo tiene dos objetivos: Haaland y Mbappé. A por el primero irá este verano y esperará a 2022 para echar el guante al segundo
Una de las cursilerías de moda en ese lenguaje empresarial tan dado a los anglicismos es la del «win-win». Expresión que sirve para esas operaciones en las que todo el mundo gana, en las que hasta el apuntador trinca legalmente su tajada. Lo de Cristiano Ronaldo con el Real Madrid tras su adiós en 2018 cabría denominarlo como un «lose-lose». Perdieron los dos. El de Funchal se olvidó de lo que significa ganar una Copa de Europa desde que se mudó de Madrid a la tan bella como tristísima Turín, ciudad que no es precisamente la alegría de la huerta, ya que en invierno anochece a las cuatro de la tarde. En Italia ha conseguido las mismas Champions que el Atlético de Madrid en toda su historia: cero. Y, lo que es peor, no ha puesto aún más tierra de por medio con un Messi que atesora una Orejona menos que él (cuatro frente a las cinco de nuestro protagonista).
A la entidad merengue le ha sucedido tres cuartos de lo mismo: desde que se fue el mejor jugador de toda su historia, ex aequo con don Alfredo, no se ha comido un colín en Europa. Sus participaciones se cuentan por fracasos. Cayó en 2019 frente al Ajax en octavos, algo que no acontecía desde hacía casi una década, y la historia se repitió el verano pasado frente al City.
El futbolista más ambicioso de todos los tiempos ve impotente cómo no goza del plantel que tenía a su lado en Madrid, donde todos jugaban para él, pero donde no había un solo tuercebotas, cosa que no se puede afirmar taxativamente del equipo de la Fiat.
Mi amigo Jorge Mendes, el mejor en buscar talento joven, pero también el número uno a la hora de venderlo a la opinión pública, lanzó el globo sonda del regreso del hijo pródigo a la Casa Blanca. Las posibilidades de que se cumpla ese sueño son las mismas que hay de que Errejón o Aguado sean el próximo presidente de la Comunidad de Madrid: entre cero y ninguna. La razón elemental es que el 7 tiene ya 36 años, muchos a pesar de su espectacular forma física como atestiguó ayer con el hat trick ante el Cagliari.
Con todo, la razón fundamental es que el Madrid, que económicamente está mejor que nadie, lo cual no quiere decir que le sobre el dinero ni mucho menos, sólo tiene dos objetivos: Haaland y Mbappé. Nadie más. Irá a por el primero este verano y esperará al de 2022 para echarle el guante al segundo, que vendrá con la carta de libertad.
Lo de Cristiano es, además, física y metafísicamente imposible por razones fiscales: los futbolistas sólo tributan en Italia por los 100.000 primeros euros que perciben del exterior. Teniendo en cuenta que los patrocinios de Nike, Banco Espirito Santo, Tag-Heuer, Soccerade, Castrol y no sé cuántas más marcas llegan del extranjero y que esos ingresos por derechos de imagen suponen alrededor del 60 o el 70 por ciento de los 100 millones que se embolsa anualmente, entenderán en milésimas de segundo por qué no hay nada que hacer por mucho que nos duela. Por no hablar de los 30 kilos netos que, incentivos aparte, se lleva todos los años de la Juve. En fin, que, desgraciadamente, no veremos a Cristiano espetarle a Florentino la celebérrima frase de la parábola del hijo pródigo: «No merezco ser llamado hijo tuyo». Ni a Florentino responderle: «Estabas perdido, pero te hemos encontrado». Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Era demasiado bonito para ser verdad.
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