Fútbol
Celta-Real Madrid (1-3). El equipo que no duda
En muy buenos 40 minutos marcó dos tantos. Se acercó el Celta antes del descanso y después, el equipo de Zidane, se defendió sin muchos problemas. Asensio marcó al final
El Madrid se fía tanto de su defensa que no le importa echarse atrás toda la segunda parte de un partido con sólo un gol de ventaja. Por necesidad o por táctica, el conjunto de Zidane defendió el resultado conseguido en sus muy buenos primeros cuarenta minutos contra el Celta y acabó sumando los tres puntos y poniendo la tensión en los partidos del Barcelona y el Atlético. No le hace falta tirar más que cuatro veces a portería, tres de Benzema (y dos gol) y el tercero de Asensio, para llevarse los encuentros y no le importa nada ceder el campo y la pelota al contrario mientras mantiene a Vinicius arriba, siempre ardiente y con el turbo puesto. Tan bien lo hizo contra la Atalanta que parece que ese va a ser el plan cuando el Real Madrid se adelante: balones a Vini y a resistir atrás. Mientras le vaya bien, y le va (y le fue también la temporada pasada) nada que decir. Al revés, Zidane insiste en que el único camino hacia el éxito es ese. Y en ello sigue este curso.
La segunda parte fue un ejercicio defensivo, la primera un dominio absoluto del encuentro. Este es el Madrid, capaz de las dos cosas, para seguir siendo competitivo en dos competiciones. Adormeció al Celta con la pelota y con la presión y dibujo cuarenta minutos de equipo convincente y muy serio, de conjunto que tiene las ideas muy claras, pese a los cambios de partido a partido o en el mismo choque. Si hay que atacar y dominar, se hace; si hay que dar un paso atrás, se hace. Así, un día sale con cinco defensas; otro, con tres delanteros y otros, como en Balaídos, contra el Celta, el Madrid de Zidane jugó con cuatro centrocampistas.
Lo que no cambia es el protagonista habitual en este tramo de la temporada: Benzema, que ha afinado el punto de mira y casi todo lo que toca va dentro. En otros encuentros, al Madrid se le va la vida en las ocasiones falladas, en Vigo no fueron muchas, pero sí suficientes. En la primera que tuvo Karim se giró para marcar el primer tanto tras un sensacional pase de Kroos. En las segunda que tuvo, tras un robo de Kroos, marcó también, para seguir sumando goles. Hace sólo tres años, contar esto de Karim hubiese provocado el escepticismo de más de uno, pero el delantero francés ha aguantado bien el paso de los años. Es más, no sólo ha aguantado: ha ido aumentando sus prestaciones hasta convertirse en el jugador más imprescindible de todos. Con sus goles, está manteniendo al Madrid en LaLiga y le abrió la puerta de los cuartos contra la Atalanta. Reacciona la afición madridista, como los perros de Paulov, cuando suenan los nombres de Haaland o Mbappé, está soñando con un verano de nombres y fichajes y apenas se da cuenta de que tiene a Benzema en estado de gracia y más resolutivo que cualquiera. Le remontó al Elche y le puso un muro infranqueable al Celta. Y cuando no marca, pues da el pase de gol a Asensio, en la última jugada del encuentro.
Los goles del francés pusieron tierra de por medio y parecían prometer un encuentro más que tranquilo para un equipo que sabe que tiene que guardar fuerzas para lo que viene. El Madrid, con Kroos al mando, llevó el choque a su terreno y el Celta se olvidó de atacar. Ni podía sacar el balón ni podía quitárselo al rival. Intentó, el equipo local, salir siempre con el balón jugado, pero eso era un problema pues la presión alta del Madrid era demasiado. Hace no mucho, cuando los de Zidane intentaban presionar, era una guerra de cada uno por su lado, ahora está mucho más coordinado. Tenía la posición en el campo y la pelota y aunque no hizo muchas ocasiones sí que fueron claras: los dos tantos y un remate-rebote de Vinicius que se marchó fuera como podía haber ido dentro. No va a rematar nunca normal el brasileño, pero los madridistas empiezan a aceptar que eso es parte de su forma de jugar. Hay que quererlo así.
Tenía el partido donde quería y de repente, se le complicó. Marcó el Celta en una jugada a balón parado antes del descanso, de las pocas veces que se presentó en el área de Courtois, y el golpe moral lo acusó el Madrid y lo celebraron los locales: se metieron en un partido de que durante tanto tiempo estuvieron fuera y consideraron que, al menos, podían empatarlo.
Se pusieron a ello durante la segunda mitad, ya con el balón y con Coudet en busca de más filo y más ataque con los cambios. Fue un Celta con más pelota que ocasiones frente a un Madrid muy firme con Nacho y Varane. Ramos se había caído de la convocatoria por sorpresa, pero Nacho lleva unos partidos en los que nadie le hace sombra. No se vio al Madrid con angustia, pero sí es verdad que juega con fuego porque a veces un detalle te puede fastidiar todo el plan: la jugada más peligrosa del Celta fue una falta inexplicable que el árbitro endosó a Modric cuando dio un pase frontal en su área y un rival, después tropezó con él. Lanzó Aspas al palo. No pasó más miedo el Madrid.
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