Atletismo

Álvaro de Arriba: "La vida de un atleta es dura, pero no es la de un ermitaño"

Álvaro de Arriba: "La vida de un atleta es dura, pero no es la de un ermitaño"
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Atiende por teléfono, dando un paseo por Salamanca, su tierra, donde Álvaro de Arriba (24 años) acaba de llegar tras proclamarse campeón de Europa de 800 en pista cubierta, en Glasgow. Un paisano lo interrumpe para darle la enhorabuena, que él agradece. Ahora parará un par de semanas antes de preparar la temporada al aire libre.

–Hace medio año acabó el Europeo de Berlín llorando y ahora, oro...

–Digamos que he acabado llorando en las dos, pero por diferente motivo. En Glasgow no llegué a llorar, pero casi, cuando abrazaba a mi entrenador recordando lo que pasó en Berlín [fue séptimo], donde sabía que estaba muy bien de forma, pero no supe gestionarlo por el tema de la cabeza. Con esta medalla, todo eso queda muy, muy atrás.

–¿Qué pasó en Berlín?

–Yo sabía que el oro allí era muy complicado, y más viendo cómo acabó la carrera, que fue muy rápida; pero, tal y como estaba físicamente, la plata y el bronce eran accesibles. Pero del 400 al 600 hubo un momento en el que desconecté mentalmente y en los 800 metros no tienes margen: desactivas dos segundos y te has cargado la carrera entera. Hablé con tus compañeros de prensa, me metí en el túnel y me vine abajo. Es que me encontraba perfecto físicamente, después de la carrera las piernas las tenía bien, pero la había cagado por no gestionarla bien.

–¿Cuál es la clave de su prueba, el 800?

–Lo principal es saber cuál es tu mejor forma de correr. Hay atletas que preparan el 800 más como un cuatrocentista; otros, como es mi caso, lo preparamos más por arriba, como un atleta de 1.500; entonces, en función de cómo lo prepares tiene que enfocar la carrera. A mí, por ejemplo, me va bien ir a ritmos más estables, sin muchos cambios. En la final hice 53 algo y 53 algo... Pero también está el tema mental, estar concentrado los 800 metros. Siempre decimos que cuando no escuchas a nadie en la grada es lo mejor que te puede pasar porque estás concentrado al cien por cien.

–Entonces, ¿de las derrotas se aprende?

–Se aprende y mucho. El año pasado, en el Mundial «indoor» fue un poco decepción, pero más por un tema de resfriado; pero en el Europeo Berlín fue culpa mía. Este año en el Campeonato de España fui subcampeón. Mariano [García, cuarto en Glasgow] corrió muy bien, pero yo me coloqué mal, corrí muy atrás. Cuando logras estas medallas te das cuenta de que esos golpes que te has dado al final te han hecho más fuerte; y mejor que te pase cuanto antes y así poder reaccionar a tiempo.

–¿Se puede decir que hay un nuevo Álvaro de Arriba?

–Yo creo que sí, faltaba un poco la confirmación para ya tener la seguridad. Las tres carreras del Europeo las he corrido con una seguridad en mí mismo tremenda; también tiene que acompañar el físico, y yo sabía que estaba perfecto.

–No se escondió. Dijo: «Vengo a por el oro».

–Era lo único que estaba en mi cabeza. En un Europeo puede pasar cualquier cosa, porque los rivales no son el vecino de al lado, pero sabía que si iba pasando rondas y en la final entraba en el último 300 primero, era difícil que me pudieran pasar.

–Dio mucha sensación de superioridad...

–Cuando lo empecé a ver claro fue al toque de la campana. Sabía que tenía media medalla en el bolsillo porque si me colocaba primero, para que me pudieran ganar tenían que hacer una marca increíble en el 200 final. La última vuelta fue entre empezar a disfrutarlo cada metro y pensar que hasta que no cruzas la meta no quedas tranquilo. Por eso miré tanto para atrás.

–También ha evolucionado en el entrenamiento...

–La preparación es similar a la de otros años, sí que es cierto que este año hemos subido dos veces a altitud en invierno, y normalmente hacía una para el invierno y otra para el verano. Con Josu, el fisiólogo, la altitud la hemos medido a la perfección, sabiendo cuántos días pasar allí, qué hacer mejor, cuándo recuperar, cuándo meter intensidad... Y no sólo en altitud, cuando ya en casa, las semanas previas a los campeonatos, llevarlo todo más al detalle.

–Sumar poco a poco...

–A estos niveles se decide todo en centésimas y son los pequeños detalles los que pueden marcar la diferencia. Aunque luego a veces lo que pasa en la carrera es una lotería, pero si tienes controlado todo lo que puedas al detalle es mucho más sencillo.

–¿Qué se puede controlar?

–Por ejemplo, al acabar una carrera ir a la fisio que siempre está conmigo, que es Beatriz Jiménez; utilizar técnicas para recuperar cuanto antes los tejidos; cuidar la alimentación... porque al final eres lo que comes. También el descanso y, digamos, no hacer el loco. Se puede hacer una vida normal. La vida del atleta al final no es una vida de ermitaño: de casa a la pista y de la pista a casa; puedes hacer una vida normal, pero sabiendo cuándo tienes que hacer las cosas. Es dura, porque, ahora, por ejemplo, el Europeo ha sido en Carnavales y habrá gente a la que le encanta estar en Carnavales y no pueden; pero realmente no es una vida tan complicada. Ahora mismo estoy dando un paseo por Salamanca tan tranquilo, y si me apetece luego comerme una hamburguesa lo hago... Tampoco es tan, tan, tan estricto, aunque para rendir, como en cualquier trabajo, cuanto más cuidado tengas todo, cuanto más profesional, mejor.

–Quiere ayudar a la investigación de la esclerosis múltiple. ¿Le toca de cerca?

–Tengo una persona cercana con esa enfermedad, por eso la conozco más y me tiene más implicado. Una camiseta, un dorsal y unas zapatillas [con los que ganó el oro, los va a firmar para donarlos], por mucho que sean de campeón de Europa, tenerlos en casa me va a aportar poco en comparación con lo que pueda ayudar con la esclerosis. No sólo por lo que se pueda recaudar, sino porque se hable de ello y por la repercusión que tenga.