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Ander Mirambell: «En mi primera bajada recé un Padre Nuestro»
Es el primer español que ha llegado a la Villa Olímpica. Los de Pyeongchang serán sus terceros Juegos de Invierno.
Es el primer español que ha llegado a la Villa Olímpica. Los de Pyeongchang serán sus terceros Juegos de Invierno.
Noviembre de 2005. Ander Mirambell se presenta en Innsbruck, en la escuela de pilotos de skeleton. «Llegué con una mano delante y otra detrás, sólo sabía lo que había visto por internet, y antes no había tantos vídeos», dice. Así recuerda la primera vez: «Me dan un trineo al que se le caían las tuercas, que parecía un montón de chatarra....
–¿Me tengo que tirar con eso?
–Ander, mete las manos dentro y ya llegarás.
–¿Pero cómo se conduce?»
Le empujaron y... «Eso se iba acelerando, yo rezando, un Padre Nuestro, un Ave María... Parecía que estaba en una lavadora. Pero cuando llegué, pensé: “No me he matado, es muy divertido, quiero volver a bajar”».
En ese momento el barcelonés sabía que había tomado la decisión correcta. Empezó en el fútbol. «Pero mi pierna izquierda era de palo», asegura. Por eso no pasó la prueba en el juvenil B del Espanyol, aunque sí cumplió uno de sus sueños, que era vestir la camiseta de su equipo del alma. El otro era estar en unos Juegos y probó con el atletismo, pero no le daba para estar en la cita olímpica. «Apareció un amigo que se dedicaba al bobsleigh. Yo dije: “Hostia, como los jamaicanos”. Empecé a probar y cuando vi que la federación catalana pasaba de mí decidí probar algo más económico y opté por el skeleton».
¿Y cómo fue la primera caída? «El primer golpe fue al cabo del poco tiempo, crucé la meta, saqué las manos para ver el marcador y frenar a la vez, y se me enganchó el dedo con el trineo, me cortó, fractura abierta en el dedo, directo al quirófano... Fue un susto importante, pero el peor fue cuando me jugaba ir a los Juegos: me golpeé con la cabeza en el techo, el trineo se giró, perdí el conocimiento, salté del trineo y me fisuré las costillas, la rodilla... Al día siguiente pasé el control médico engañando un poco al doctor y pude competir».
Febrero de 2018. Ander Mirambell está preparado para disputar sus terceros Juegos Olímpicos de Invierno. Es el primer español que ha llegado a la Villa Olímpica. En sus inicios, fue noticia porque se fabricó unas zapatillas con ralladores de queso y lijas para poder correr en el hielo. Ahora, cuando habla con este periódico, lo hace después de una reunión con Munich, su patrocinador, con el que crearon el nuevo calzado listo para competir. La vida ha cambiado... Pero no tanto. Para empezar, y aunque para el próximo ciclo olímpico están trabajando en cambiar la situación, comparte entrenador con otros países como Nueva Zelanda. «Es lo que nos permite sobrevivir en el mundo del skeleton, y lo bueno de esta situación es que me ha permitido madurar y ser yo el que decida en todo. Te obliga a crecer y a aprender mucho más rápido», opina. Para seguir, su trineo cuesta unos 8.000 euros, y el mejor del mundo llega a los 40.000. Otro ejemplo: para ir a la Copa del Mundo en la que se clasificó para Pyeongchang tuvo que conducir 850 kilómetros en su coche, por Alemania, Austria y Suiza. A sus rivales los llevaron. Y, por último, Mirambell compite con profesionales. «Somos muy pocos en la Copa del Mundo que no somos profesionales, y se nota. Un deportista de gama media en skeleton gana unos 50.000 y se dedica sólo a eso. Son realidades diferentes, pero como español echas corazón y ganas». Él combina su deporte con el trabajo para LaLiga, lo que le permite poder seguir en el skeleton.
Pese a todo, rendirse nunca fue una opción y ha ido creciendo: ahora pelea por estar entre los 15 mejores, algo que está por encima de su presupuesto. Y quiere ir a por otros Juegos: «Ahora bien, lo que sí pido a la Federación es que me dé las herramientas para luchar por estar entre los 10 mejores, si no no tiene sentido porque he cumplido casi todo en el mundo del skeleton: ganar medallas en la Copa América, escuchar el himno, que es una de las cosas más bonitas que te puede pasar, o estar entre los 9 mejores de Europa».
Todo por un deporte en el que ha llegado a bajar a 141 kms/h ¿Qué se ve tan rápido? «Se siente velocidad, adrenalina y a nivel visual es como si pasaras un Powerpoint, imágenes rapidísimo. Si tú ahora cierras lo ojos y los abres es como un vídeo continuado, pero en el trineo no hay esa continuación. Es: foto de entrada de la curva, foto de la salida... Va todo rápido. Es más lo que sientes que lo que ves».
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