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Valentino, olvídalo

La Razón
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Me recibió con una sonrisa, tal y como había imaginado. Era Rossi, la leyenda, y a la tercera pregunta, le tiré por la patada a Márquez en Sepang 2015. Quería saber si seguía pensando que le habían robado aquel Mundial, como afirmó hace unos meses. Valentino escuchó la pregunta con la mirada baja, pero sus ojos dieron un respingo para mirarme fijamente y responder con un contundente «sí». Todo acompañado de una sonrisa esquiva, de quien no olvida. «Siempre digo lo que pienso», prosiguió con gesto más sombrío, con ganas de zanjar el tema. Reconozco que me sorprendió, esperaba a un Valentino más diplomático, dispuesto a olvidar viejas batallas. Estaba en España, en la presentación de Yamaha, pero su mensaje conciliador a la afición local no llegó en el micrófono de «Jugones».

¿Ídolo caído?

Tras la entrevista, y cuando pensaba que mis amigos «moteros» me preguntarían por su legendaria cercanía, me encontré con algunos comentarios del tipo «¿Y qué tal es? ¿Simpático? Ahora me cae un poco mal después de aquello (la patada)», me decía un fan de Márquez. Un «lorencista» argumentaba: «Está frustrado, por eso ha hecho el tonto los últimos dos años». Incluso alguno me llegó a decir con sorna: «Le podías haber dado una patadita...»

Pasar página

Tengo claro que el aficionado español, en general, admira la trayectoria de Rossi, su estilo, su ambición. Yo también. Crecí con sus nueve títulos y con mi padre al lado diciéndome que era el número uno. Pero en los últimos años también me decía que Marc tenía algo especial, disfrutaba con su pilotaje imposible, con esa capacidad para ver huecos donde el resto sólo veía asfalto. Se le iluminaba la mirada con ambos, vibraba con sus duelos. Días inolvidables. Por eso espero que Valentino olvide lo ocurrido y pase página. El rencor nunca fue buen compañero de viaje.