Tour de Francia

Cantabria

Corazón dividido

David López es uno de los hombres que trabajan para Froome en el Sky
David López es uno de los hombres que trabajan para Froome en el Skylarazon

Le cuesta decidirse a David López y no hace falta ni preguntárselo porque una sonrisa especial se dibuja en su cara, fina y esculpida como merece la ocasión: un Tour de gregario para Chris Froome. Echa la mirada al suelo, pero aún así no puede evitarlo, muestra una alegría mezclada con «nostalgia», admite, de ver a su amigo y antiguo jefe de filas, Alejandro Valverde, segundo del Tour. «No debería decirlo, pero la verdad es que me alegro mucho por él. Lo conozco bien y este año lo veo especialmente fuerte. Por una parte, me alegraría mucho que pudiera ganar».

David es uno de esos corredores, de esas pocas personas, que casi se alegran más por las victorias de sus líderes que por las suyas, que entregan sus piernas al servicio de los demás viendo con ello, con el desgaste, con el sufrimiento de los otros, un triunfo. Es de los que todo lo observan en modo colectivo y que pocas veces piensan en el éxito personal. Al ciclismo llegó por casualidad y tarde, cuando su hermano mayor dejó de correr y él heredó su bicicleta y sus zapatillas. «No me llamaba nada», dice. Pero en verano todos sus amigos la usaban en el pueblo, en Arcera, Cantabria. «Así que no quedó más remedio que dar pedales para ir hasta el río».

Hasta el año pasado, sus triunfos eran los de Alejandro Valverde, pero desde enero su aliento es propiedad del Sky. De Chris Froome. No se arrepiente el generoso de David de ello; en realidad, estaba como un niño con zapatos nuevos. Ilusiones renovadas, casi como el neoprofesional que se estrena en la élite a pesar de su veteranía. Una decena de temporadas lleva aquí hasta que se ha dado de bruces con el Tour.

«No estoy bien, no sé si la explicación estará en el calor que está haciendo todo el Tour», dice, acostumbrado como está al frío de su Barakaldo natal y a los entrenamientos bajo la lluvia. «No me gusta buscar excusas, pero puede ser eso. En el Tour hay que estar al cien por cien porque cualquier pequeño problema se nota mucho más y yo no estoy como me gustaría». Por ahora, ha visto la ronda gala más desde la grupeta que abriendo paso a Froome en las montañas. «Pero no tiro la toalla, tengo esperanzas de que el cuerpo se vaya recuperando. Y que la gente esté menos peleona, que pasen factura estos primeros días porque a nadie le gusta quedarse todo el día».

De Chris Froome, con el que ha compartido dos concentraciones en altura en el Teide antes del Tour, dice David que es «una persona muy tranquila, muy correcta y muy educada. No se le ha subido a la cabeza el liderato del Tour. Es persona antes que corredor. Muchas veces los ciclistas tienen la aureola cuando están en su situación, pero él sigue siendo una persona muy humilde. Sabe de dónde viene, ha pasado muchas penurias encima de la bicicleta antes de conseguir esto, muchas enfermedades, y por eso a los compañeros que tenemos problemas, como yo ahora, nos viene a ver de vez en cuando, le gusta preocuparse de todo».

Ahí es donde encuentra el vizcaíno las mayores similitudes entre Froome y Valverde. «Les puedes llamar un día por teléfono cuando están en casa y te reciben igual, con los brazos abiertos», apunta, «y aunque no se entienden muy bien, yo les he visto hablar varias veces. Froome habla un poco español y alguna vez que voy en el pelotón hablando con Valverde él se acerca y se saludan. Un ''¿qué tal, cómo estás?''. Hay un clima de buen ambiente, no son rivales que vayan a muerte uno contra otro. Están siempre en la pelea, pasan muchas horas codo con codo y el roce hace el cariño». Como el suyo por los dos primeros clasificados del Tour de Francia.