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Mundial de Ciclismo

Mundial de ciclismo: Un quebradero de cabeza en Ruanda

La difícil logística, las renuncias de varios países importantes, las vacunas y las dudas sobre la situación política del país se ciernen sobre lo que iba a ser un Mundial inspirador

Mundial de ciclismo: Un quebradero de cabeza en Ruanda Tour du RwandaTour du Rwanda

La intención era buena, y sobre el papel era bonito. Un Mundial de ciclismo en África. Las principales figuras de la bicicleta en un rincón desfavorecido del planeta donde, además, este deporte suscita pasiones. No hay más que ver cualquier imagen del Tour de Ruanda, donde la gente se agolpa en las carreteras y empedrados al paso del pelotón. Un país en el que Adrien Niyoshuti o Joseph Areruya son ídolos nacionales y han abierto camino al ciclismo africano en el panorama global. Inspiración y esperanza.

Pero eso era la teoría. A medida que se han ido aproximando las fechas de la competición han ido aflorando diferentes problemas. Logísticos, por ejemplo. Básicamente, para la mayoría de las federaciones europeas es muy caro desplazar a 30 ciclistas y los respectivos equipos y auxiliares hasta Kigali, la capital del país. No hablemos ya del material, cuyo viaje es una odisea total de transporte de bicis y vehículos. Pero también para las personas que quieren ver la carrera. Ante la previsión de que viajasen muchos europeos, los hoteles se dispararon de tal manera que la UCI tuvo que crear una suerte de agencia de viajes con unos precios limitados.

España va a ser de los países que sí vaya con todo. Un total de 34 corredores y corredoras divididos en elite, sub23 y junior masculino y femenino. Varios de ellos, caso por ejemplo de Iván Romeo o Mireia Benito, doblarán disciplina. Y es que prácticamente ningún país va a llevar a nadie solo para la crono. De hecho, muchos han reducido tanto los cupos que sólo disputarán las pruebas elite en ruta, caso de Dinamarca.

Otro país que ha expresado sus quejas y reducido su presencia es Italia, que estará en todas las pruebas “por respeto” pero con menos plazas. En general, ha habido un asunto que ha traído de cabeza a muchas federaciones occidentales y equipos ciclistas: las vacunas. Solo es obligatorio vacunarse de la fiembre amarilla -si se llega desde una zona de transmisión- para entrar en Ruanda, pero las autoridades recomiendan inmunizarse frente a la malaria, las fiebres tifoidea, difteria o tétanos.

Para un ciclista, no ajustar bien los tiempos de la vacuna antes de competir puede suponer un problema para rendir, y muchos corredores han optado por no ir. “Como médicos, debemos tener un plan de vacunas para preservar la salud del ciclista. Sin salud, todos los demás elementos del entrenamiento y las habilidades del deportista no se pueden desplegar. Hay que ir realizando ese plan sin poner en riesgo otros objetivos de la temporada”, explica Felipe de Lima, médico del UAE Team Emirates.

Tour de Ruanda 2025, última etapaTour du RwandaTour du Rwanda

Pero hay otro asunto más en el que, probablemente, España haya mostrado un camino. El régimen de Paul Kagame, que gobierna el país desde 1996 -dos años después del genocidio tutsi-, ha sido ampliamente criticado por dos motivos: las violaciones de derechos humanos y la guerra en el este de la República del Congo.

Otra potencia ciclista como Bélgica -antigua metrópoli colonial congoleña- también planteó tensiones internas por el conflicto armado. La guerrilla M23 se ha rebeló contra el ejército del Congo y controla el este del país, una zona rica en minerales. Desde el gobierno congoleño acusan a Ruanda de armar y financiar a la guerrilla. En febrero, el Parlamento Europeo pidió la suspensión del Mundial si Ruanda no cesaba las hostilidades. En junio, Ruanda y el Congo firmaron el acuerdo de paz. Un mes más tarde se produjo el alto el fuego del M23. Bélgica confirmó en junio que participará en la carrera.

Pero la defensa de los derechos humanos promete dar dolores de cabeza al régimen ruandés, al que se achacan detenciones arbitrarias, desapariciones y graves coacciones contra la libertad de expresión. En este sentido, las protestas propalestinas que se han vivido en las carreteras españolas hacen que el foco se desplace ahora hasta Kigali. Un evento mundial con todos los ojos occidentales puestos en el país africano es un escaparate para la reivindicación. Y con Pogacar en competición en el circuito más duro de la historia, de 6.000 metros de desnivel. Ayer mismo, el periodista flamenco Stijn Vercruysse denunció que no lo habían dejado entrar al país a cubrir el Mundial por tener reportajes críticos con el régimen.

Todo esto quedará en un segundo plano cuando empiecen las carreras, pero lo cierto es que lo que iba camino de ser un Mundial histórico e inspirador se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza en el que ya solo queda salvar los muebles.