Opinión

¡Por Dios, Carletto, no quites a Rüdiger!

A una mala bestia como a Haaland sólo lo puede parar un tipo de la envergadura, la constancia y, sobre todo, la velocidad del alemán

Haaland y Rüdiger, en el partido del Bernabéu
Haaland y Rüdiger, en el partido del BernabéuJose BretonAgencia AP

Desde el pasado martes, llamar Antonio a Rüdiger debería ser considerado un insulto, un crimen de Estado, cuando no directamente lenguaje antimadridista. Desde el 9 de mayo de 2023, Rüdiger es Don Antonio. Su marcaje a Erling Haaland no sólo figura ya por derecho propio entre los mejores de la historia del fútbol sino que, además, fue clave para que el Madrid saliera con vida del envite del Bernabéu y, lo que es mejor, con serias opciones de pasar a la final, que viene a ser lo mismo que adjudicarte el título de campeón con 24 días de antelación. Porque, no nos engañemos, lo normal es que lo del 10-J en Estambul acabe siendo poco más que un trámite: la Champions 2023 la levantará el equipo que saque adelante esa final a un partido que en el fondo es la cita del Etihad tras el 1-1 de Chamartín. No veo yo a Inter ni obviamente al cuasidesahuciado Milan doblando el pulso a cualquiera de los dos grandes favoritos en el Estadio Olímpico Atatürk. Real Madrid y City son mejores que ellos de aquí a Estambul ida y vuelta setecientas veces. Lo del miércoles en el modernísimo estadio "manchesteriano" será un calco de lo que representó la ida: una obra maestra futbolística.

El encuentro del Bernabéu fue una pasada para los que amamos este octavo arte que es el balompié. Carlo Ancelotti doblegó a la experimentada zaga citizen -con Rúben Dias, Walker y Stones como grandes exponentes- con un Vinicius que sólo marcó cuando se desplazó al centro y lanzó el zambombazo que les había ordenado el míster teniendo en cuenta que Ederson no es lo que se dice un portero de garantías y menos en los balones largos. Y eso que luego le metió una mano mágica a Tchouaméni que hizo lo propio en el primer balón que tocó nada más entrar al terreno de juego. Ciertamente, el brasileño, que está a años luz de Courtois, cuajó un partido inesperado en el que la única gran duda es si pudo haber hecho más en el gol merengue. Pero por ese agujerito habrá que perseverar pasado mañana.

Por lo demás, el meacolonias Guardiola volvió a dar una lección táctica reposando el choque para lograr llevar toda la presión al match de vuelta. Al término en Madrid confesó a sus íntimos: "Una vez más, nos ha podido el miedo escénico del Bernabéu, es la única explicación que se me ocurre a lo que sucede a mis jugadores cada vez que pisan este campo". Y añadió: "Además, el Madrid tiene un nivel competitivo en Champions del que carecemos los demás, lo que nos fuerza a jugar con más intensidad aún de la habitual". Por eso forzó un resultado ajustado; es más, me cuentan que se fue encantado con el 1-1 pese a que se daba por satisfecho con el 1-0. Otra frase de su mismita boca certifica que los blancos le provocan cierto pánico: "Yo los quería en la final, no en semis por mucho que el primer encuentro sea en el Bernabéu".

Conclusión: la clave estará en la actuación de Haaland que si bien es cierto que pasó desapercibido en la que será su futura casa, tuvo más protagonismo su papá con los cortes de manga, no lo es menos que es el futbolista más sobresaliente del planeta ex aequo con Vinicius. El noruego de Leeds ha marcado 12 tantos en 9 intervenciones en esta Copa de Europa, guarismos que ni el mejor Cristiano ni el más superlativo Messi consiguieron. Y la clave volverá a estar en su stopper. Constituiría un error mayúsculo dejar en el banquillo a Don Antonio, simplemente basta con aplicar esa teoría anglosajona de que "lo que funciona, no se cambia". Yo sacaría a nuestro protagonista y a Militao en el centro de la zaga y a Alaba en el lateral si la lesión de Camavinga no es un truco táctico más sino una dolorosa realidad. Esté listo o no el francés, lo tengo claro: en la zaga deben ser Don Antonio y tres más. A una mala bestia como Haaland sólo lo puede parar un tipo de la envergadura, la constancia y, sobre todo, la velocidad del alemán. No en vano, era el pelotero más rápido de la Premier. Pues eso, Carletto, el miércoles recuerda que, como decía Don Eugenio D’Ors, los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, nunca con champán.