Atletismo

Hortelano no puede con Hortelano

El velocista se queda lejos de rebajar sus récords nacionales de 100 y 200, pero consigue que se hable de nuevo de su deporte, el atletismo.

Hortelano no puede con Hortelano
Hortelano no puede con Hortelanolarazon

El velocista se queda lejos de rebajar sus récords nacionales de 100 y 200, pero consigue que se hable de nuevo de su deporte, el atletismo.

Pese a los temblores en la última recta del 4x400 en la final del reciente Europeo de Berlín, culminados con una medalla de bronce, Bruno Hortelano se recuperó rápido. Paró unos diez días, pues el bajón anímico y físico después de una gran competición es tremendo, y después hizo unos tests en Granada para comprobar que estaba bien, en forma. «Quiero correr más», le dijo a su representante. El curso no ha acabado. Había que aprovechar el momento, y Bruno sabe mucho de eso del carpe diem después del accidente de coche que sufrió hace dos años, que siempre estará ahí, aunque ya sea pasado. Pudo costarle su carrera de atleta y mucho más. Además, la gran cita del año que viene, el Mundial de Doha, es en octubre. Se podía alargar esta temporada sin problema, y el reto que se planteó es, en el fondo, el de siempre: batirse a sí mismo. Trató de superar en Getafe, donde brilló en julio en el Campeonato de España, sus récords de 100 y 200, en un mitin creado a medida.

«Está, al menos, como en Berlín [en el Europeo], pero esto no son matemáticas», decía su representante, Alberto Armas. Las matemáticas le fallaron al velocista español, que no pudo con los registros pero, pese a todo, logró otra hazaña: tener a más de 2.000 personas pendientes de él en directo (cierto que la entrada era gratis, pero la reunión se montó rápido, casi sin promoción), y a otras tantas por televisión o en las redes sociales. Y tener a decenas de medios atentos a si conseguía las plusmarcas. Hortelano ha conseguido que el atletismo español tenga una imagen. Las peticiones de entrevista que le llegan a su representante son nacionales e internacionales. Es un pequeño fenómeno que va creciendo.

Desde más de una hora antes de las 19:00, cuando estaba prevista la carrera de 100, calentaba Bruno Hortelano. Una de las gradas del polideportivo Juan de la Cierva, la que estaba a la sombra, iba poblándose hasta que se llenó del todo. Sonaba música dura, AC/DC, Metallica... mientras Bruno estiraba en el suelo, recordaba la técnica o hacía pequeñas carreras. Se oía cada pisada como si viniera una locomotora. El público se movía entre quienes le llamaban «guapo», pero por lo bajini, sin escándalos, los que se asustaban mientras sonaban los disparos de prueba y los niños que estaban deseando que comenzara todo. «¿Cuándo empieza?», se oía. Quedaba un rato. A las 18:50 horas se marchó a los vestuarios Hortelano. A las 19:10 reapareció ya vestido para competir. Preparó los tacos y saludó y aplaudió al público, que ya antes había calentado: el speaker decía «Bruno», y todos contestaban al unísono: «Hortelaaaaano». Fue el último en ser presentado, mientras su agente miraba al suelo y daba patadas a la hierba artificial. La carrera, claro, no tuvo color: ganó. Faltaba por saber el tiempo. Hubo que esperar, pues no había marcador electrónico, y el registro dicho por los altavoces fue 10.31. Su récord de España es 10.06. Era el primer 100 que corría en los últimos dos años. ¿Una prueba para darlo todo en el 200?

Hubo que esperar para saberlo. Al menos hace falta una hora y media para recuperarse del 100. Él tuvo algo más, unas dos de relax y algo de activación tranquila. La media vuelta a la pista ha sido su distancia este año. Comenzó la rutina, ya con luz artificial, pues el sol se había escondido hacía un rato: 50 metros rápido, parada, visualizar la prueba, el aplauso de los aficionados. A las 21:35 llegó el momento. Otra vez su nombre fue el último, ahora en la calle 6. Sonó el disparo, vibró el público, y, lógicamente, rápido se puso a mandar. Corrió «solo». Pero su registro se quedó en 20.56, lejos del objetivo. Fue aclamado igualmente. Es un ídolo. «Bruuno, bruuno», gritó la grada.