Sevilla

El Sevilla juega contra sus dudas

Los jugadores sevillistas, durante el entrenamiento de ayer en Moscú
Los jugadores sevillistas, durante el entrenamiento de ayer en Moscúlarazon

Los de Berizzo deberían dejar encarrilado su pase con una victoria hoy ante el débil Spartak.

Vive el Sevilla en una montaña rusa de sensaciones contrapuestas, en la cresta de unos resultados incontestablemente buenos y en la sima de un fútbol ramplón, acomodado, malaje, sin chispa ni genio ni tan siquiera ese carácter indomable del que blasonan los sevillistas desde los años fundacionales de Carlos Bilardo, cuando se insertaron en el código genético del club bellos recursos como el antebrazo en la garganta del rival o el taco clavado en su tobillo para aliviar esos días tontorrones en los que la inspiración no aparece. Nada. El equipo del Toto Berizzo gana sus partidos, más o menos, pero no es gavilán ni paloma, chicha ni limoná, artista ni gladiador.

El resultado, o sea lo único importante, es a lo que se agarra este Sevilla que sufrió un shock térmico a su llegada a Moscú, que lo recibió con temperaturas de 5 grados frente a los 35 que había el fin de semana en la capital de Andalucía. Dirimen los de Berizzo un duelo ante el Spartak, sorprendente campeón de la pasada liga rusa, del que sólo se espera un marcador que certifique la buena fortuna de los sevillistas en el sorteo de la Liga de Campeones, pues su rival de hoy y los eslovenos del Maribor parecen víctimas propiciatorias para ellos y el Liverpool, archifavoritos en la carrera a los octavos. Empataron sus dos primeros encuentros los moscovitas, un plantel desconocido en el que sólo brillan los centrocampistas Pasalic y Fernando, así que están ante su última ocasión para agarrarse a la lucha por la segunda plaza. Es una de esas noches, en definitiva, en la que el único enemigo temible del Sevilla es el propio Sevilla.

Porque la segunda parte perpetrada por los chicos de Berizzo en San Mamés ha disparado las alarmas entre la hipercrítica hinchada blanquirroja. Resignados a la derrota frente a un Athletic liliputiense y sin un ápice de hombría, el grupo hizo lo que en la jerga taurina se denominaría «tirarse al callejón» y la plantilla presentó lagunas profundas en varias posiciones: así, la lesión de N’Zonzi desguarnece el mediocentro y las molestias de Kjaer anunciar la desolación total en el puesto de central, fragilizado por las operaciones de Carriço y Pareja, dos inquilinos recurrentes de la enfermería cuyas ausencias pronosticaban todos los observadores excepto Berizzo y el director deportivo, Óscar Arias. Es posible, si el danés no se restablece a tiempo, que Corchia se mantenga como lateral diestro para que Mercado se deslice hacia el eje.

Para ganarle al Spartak, sin embargo, la esperanza se sustenta sobre el regreso de Éver Banega, faro del equipo añorado en Bilbao por la pulsión rotatoria de su entrenador. Otros elementos frescos como Escudero o Sarabia tratarán de aportar algo de ritmo al apelmazado fútbol de un Sevilla que sigue confiando en que Navas y Nolito salgan del túnel negro en el que llevan sumido desde que regresaron a España.