Atletismo

Eliud Kipchogue, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes

El bicampeón olímpico de maratón es "un referente del atletismo mundial". El jurado también destaca la "labor social que ejerce la fundación que lleva su nombre"

El keniano Eliud Kipchoge gana el Princesa de Asturias de los Deportes 2023
El keniano Eliud Kipchoge gana el Princesa de Asturias de los Deportes 2023FILIP SINGERAgencia EFE

El atleta keniano Eliud Kipchoge, bicampeón olímpico de maratón, ha sido distinguido con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2023, al que aspiraban veinticuatro candidaturas procedentes de once países. Nacido el 5 de noviembre de 1984 en el condado de Nandi, en Kenia, ganó la medalla de oro en maratón en los Juegos de Río 2016 y Tokio 2020, y además en la prueba de 5.000 metros obtuvo la de plata en Pekín 2008 y la de bronce en Atenas 2004. Kipchoge posee dos metales en Campeonatos del Mundo -oro en 2003 y plata en 2007- y un bronce en el Mundial del pista cubierta en 2006; obtuvo diez victorias en grandes maratones y en 2022 estableció una nueva plusmarca mundial de maratón con un registro de 2 horas, 1 minuto y 9 segundos.

El jurado del Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2023 ha valorado la figura de Kipchoge como "referente del atletismo mundial" y "mejor corredor de maratón de todos los tiempos". El jurado presidido por la nadadora Teresa Perales ha decidido conceder por unanimidad este galardón al "único hombre en la historia que ha logrado bajar de las dos horas en los 42,195 kilómetros". Además de sus éxitos como deportista, el acta del jurado leída este mediodía en Oviedo, ha resaltado que Kipchoge desarrolla una "importante labor social a través de la fundación que lleva su nombre, que se dedica a facilitar el acceso a la educación infantil y a la protección del medio ambiente".

Kipchoge es uno de los pocos elegidos capaces de cambiar la historia del deporte, un atleta singular, poseedor del récord del mundo de maratón y de cuatro medallas olímpicas pero que, a sus 38 años, vive y se entrena en el campamento de Kaptagat, ajeno a toda opulencia y con una dieta basada en las gachas, las alubias y las frutas y verduras locales. Las tres cucharadas de azúcar que añade al té de su desayuno son el capricho diario del único hombre que se ha acercado a la barrera de las dos horas en la mítica prueba de los 42,195 kilómetros.

Cuando el 25 de septiembre fijó en el maratón de Berlín un nuevo récord del mundo en 2 horas, 1 minuto y 9 segundos, y mejoró en treinta segundos la anterior plusmarca que también había establecido él mismo en la misma ciudad alemana en 2018, lo hizo envuelto en un halo heroico, tras afrontar en solitario los últimos diecisiete kilómetros, del 25 al 42. Llegó a dar 200 pasos por minuto, con una zancada de 180 centímetros.

Ese récord, esa autoridad suprema, fueron el resultado de unas condiciones innatas extraordinarias, de una disciplina tremendamente exigente y de una vida espartana en Kaptagat, el asentamiento cercano al Gran Valle del Rift donde cada día se levanta a las cinco de la mañana, hace dos o tres sesiones de entrenamiento por jornada y acumula unos 220 km a la semana.

Cuatro de los seis maratones más rápidos de la historia están en sus piernas, las mismas con las que ganó el oro olímpico en maratón en 2016 y 2020 y la plata y el bronce de los 5.000 m en 2008 y 2004, respectivamente.

Ha corrido durante su vida 18 maratones y solo ha dejado escapar la victoria en tres ocasiones. El 17 de abril encajó la derrota más dolorosa, con el sexto puesto en el maratón de Boston, en el que pretendía conquistar su quinto "major" tras los de Chicago, Londres, Berlín y Tokio. Hizo el peor tiempo de su vida, 2:09.23, afectado por una molestia en la pierna izquierda.

El 12 de octubre de 2019 derribó la frontera de las dos horas en un experimento en Viena sobre la distancia del maratón, aunque no homologable oficialmente. Pero su tiempo de 1h59:40.2 causó un impacto mundial. Fueran como fueran las condiciones, las dos horas habían caído. No era imposible. O sí, excepto para Kipchoge. El récord solo lo fue para el Libro Guinness, no para los registros de la federación internacional de atletismo.

La fundación que lleva su nombre trabajo bajo el lema "Get Involved", "Implícate". Sus programas se basan en dos pilares, la educación y el medio ambiente.

"Mi sueño es que todos los colegios y guarderías del mundo tengan una biblioteca", señala Kipchoge en su web. "Hay mucha gente con talento en África y en todo el mundo que puede ayudar a resolver los problemas a los que se enfrenta la gente en sus comunidades". Y añade: "Los atletas se entrenan en el bosque. Necesitan los bosques, son buenos para su salud y para respirar bien. Quiero que el mundo respire bien. Sin bosques, no se puede respirar".

En los próximos meses intentará acometer otra gesta sin precedentes: ganar en los Juegos de París 2024 un tercer oro olímpico consecutivo.