Investigación
¿Por qué llaman a la ELA la “enfermedad del futbolista”?
La misteriosa relación entre la Esclerosis Lateral Amiotrófica y la práctica del fútbol sigue siendo objeto de investigación. Muchos futbolistas han muerto víctima de esta enfermedad sin cura.
La ELA ha marcado demasiados goles al fútbol a lo largo de su historia, los recientes caso en España del ex portero Juan Carlos Unzué, que esta misma semana presentaba su libro “Juan Carlos Unzué. Una vida plena”, o el fallecido periodista deportivo y futbolista madrileño, Carlos Matallanas, son dos ejemplos de la lucha contra una enfermedad silenciosa que ha acabado con la vida de muchos deportistas a lo largo de los años.
Esta enfermedad degenerativa de origen incierto y sin cura termina causando parálisis total en quien la padece, apresando a un cerebro que permanece activo. La ELA ha afectado a un buen número de deportistas, en especial futbolistas del Calcio italiano, donde más de 40 futbolistas que han sucumbido a esta enfermedad.
El extraño caso del Calcio
Estudios científicos en el país transalpino, el último en 2019 por el Instituto Mario Negri de Milán, han intentado hallar una explicación a este peculiar fenómeno, pero sin pruebas concluyentes. Un ensayo epidemiológico realizado con futbolistas que jugaron en la Serie A y B entre 1970 y 2001 demostró que la frecuencia de ELA era significativamente más alta (cerca de 6,5 veces) que entre la población general. Los porqués, un auténtico enigma, un misterio por resolver, aunque hay varias hipótesis compartidas por los expertos.
Para el estudio, los científicos revisaron los cromos de fútbol de unos 25.000 jugadores de fútbol profesional masculinos que jugaron en Italia de 1959 a 2000. Los cromos estaban guardados en un archivo de un importante editor italiano de cromos. Los investigadores registraron la fecha de nacimiento y el lugar de nacimiento de cada jugador, así como su posición en el fútbol y su historial de juego con el equipo. Usaron informes de noticias para determinar qué jugadores desarrollaron ELA.
Los investigadores encontraron que 33 jugadores de fútbol desarrollaron ELA, o un promedio de 3,2 casos por cada 100.000 personas cada año. La tasa de ELA en la población general, calculada a partir de un registro de población italiano, habría dado como resultado 18 casos esperados de ELA, o un promedio de 1,7 casos por 100.000 personas al año.
A más años de profesional, mayor riesgo
La diferencia se tradujo en que los jugadores de fútbol tienen casi el doble de probabilidades de desarrollar ELA. Al mirar solo a jugadores de fútbol de 45 años o menos, la tasa de desarrollar esta patología fue 4,7 veces mayor que para las personas de la población general. La edad promedio de desarrollo de este trastorno neurológico entre los jugadores de fútbol fue de 43 años en comparación con los 63 años para la población general.
Un segundo estudio realizado por la Universidad de Turín reveló además que cuanto más tiempo jugaba un deportista, mayor era el riesgo de contraer ELA. Incluso se estableció que había 6.5 veces más futbolistas afectados por la ELA en proporción al resto de la población
Hay diversas teorías que intentan explicarla: el ejercicio intenso, los pesticidas utilizados en el césped de los campos de fútbol, golpes o remates de cabeza son algunas de las explicaciones. Otra, que parece la más viable, es el abuso de antiinflamatorios. Por último tenemos la teoría más oscura y de la que menos se quiere hablar, el uso del doping.
A lo largo de la historia numerosos deportistas de élite han tenido que lidiar con ella como el neerlandés Fernando Riksen, el polaco Krzysztof Mowak o los británicos Don Revie y Willie Maddren o el eterno capitán de Génova, GianlucaSignorini.
Mientras las investigaciones continúan, enfermos como Juan Carlos Unzúe, mantienen la esperanza de muchos afectados y sus familias con un ejemplo de vida y superación admirables. Su discurso reciente en el vestuario del Osasuna es oro puro y como él mismo afirma en una entrevista en La Razón:“La ELA te limita pero me impide sentir”.
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Pasividad ante la tragedia