Champions
Sevilla-Copenhague o cuando al rey no le seduce ni su trozo de Europa
El equipo de Sampaoli puede asegurar su pase al torneo que ganó seis veces, pero está más pendiente de evitar el «segundazo»
A dos puestos y un punto del maldito décimo octavo lugar, sinónimo de descenso, todos cuantos habitan hoy en el Sevilla y alrededores son (¡por fin!) conscientes de que deberán dejarse de aquí a mayo hasta el último gramo de energía en la tarea de mantener a tres equipos por debajo en la clasificación de la Liga. No es una misión fácil, todo lo contrario, excepto para esos analistas a la violeta que peroran sin haberse detenido a ver un partido completo de la tropa de Sampaoli, antes de Lopetegui; es una absoluta calamidad que ha conseguido de chiripa –ambas tras sucesiones improbables de casualidades– las dos victorias en quince encuentros.
Pero ocurre que el fútbol es un ejercicio permanente de presentismo en el que no vale la pena mirar más allá de hoy; y, para el Sevilla, la trascendental cita del sábado frente al Rayo Vallecano es un horizonte remoto, apenas intuido. Esta tarde, el calendario ha puesto por delante al Copenhague en la quinta jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones y la ocasión es inmejorable para darse una pequeña alegría, tal sería seguir vivo en la campaña europea al final del invierno de 2023. Como la suerte quiso que sevillistas y daneses fueran las comparsas de dos colosos inabordables (para ellos) como Borussia Dortmund y Manchester City, uno de los dos deberá ser tercero de grupo. ¿Qué significa semejante logro? Que, entre dos equipos malos, siempre hay uno un poquito peor.
El Copenhague transita por la Champions sin haber marcado un gol en cuatro partidos, aunque con la vitola de ser rocoso en su estadio Parken, donde empató a cero con el Sevilla y, en la pasada jornada, con el Manchester City. Con dos puntos ambos contendientes, los separa un solo gol en el «average» general, así que el que gane será matemáticamente tercero y si empatan, pintará el futuro negro para el Sevilla, que se puede llevar un saco de su visita a Mánchester porque la defensa de Sampaoli sigue siendo una verbena.
Debe ganar hoy, pues, el Sevilla. Lo que nadie sabe es cómo demonios va a hacerlo, si aún no conoce la victoria en casa en lo que va de temporada y sus dos triunfos a domicilio llegaron de forma inopinada: con un doblete del canterano José Ángel en Cornellá y con un misil desde treinta metros de Gudelj en Mallorca, en ambas ocasiones con el equipo local fallando lo infallable delante de la portería sevillista. Para colmo, es probable que Sampaoli tenga que prescindir para este partido de Yassine Bono, conmocionado en el Bernabéu tras un choque con un compañero y a quien se practicarán algunos exámenes antes de ponerlo a jugar.
El técnico argentino, que en tres semanas ya ha debido darse cuenta de la magnitud del marrón que se está zampando, ha empezado a decir cosas raras en sus ruedas de prensa. Al principio, era preciso con el diagnóstico y claro con las explicaciones de los problemas del equipo. Ahora, ya se parece al charlatán que fue en su primera etapa en el Sevilla: «La evolución de la idea necesita el refrendo a través del juego y de la agresividad en el último tercio, con más volumen cuantitativo», dijo ayer en rueda de prensa. Luego, explicó que al delantero danés Kasper Dolberg le costaba integrarse porque es introvertido y por el idioma, pero es posible que ni siquiera un experto filólogo entienda algunas de sus explicaciones.
Lo que en verdad necesita el Sevilla, tanto para volver a esa Europa League que ganó seis veces como para ahuyentar los fantasmas del descenso, es que mejore el estado físico ruinoso de su plantilla. A algún futbolista como Delaney o Rafa Mir, que al menos son capaces de mantenerse en pie durante noventa minutos, Sampaoli los exhortó a «cambiar la idea» para adaptarse mejor a lo que pide. El centrocampista danés «nos va a ayudar porque ya fue importante en otros equipos grandes» y del ariete cartagenero dijo que «es un delantero más de cara al gol que de cara al juego. Tiene que encontrarse con los compañeros». Entre los convocados para el encuentro de hoy están Rekik y Marcos Acuña, dos futbolistas bragados que salen de lesión, y pronto estará, o eso anhela el entrenador santafesino, Fernando Reges. El veterano pivote lleva seis semanas apartado de los terrenos de juego por una mononucleosis que le ha dejado secuelas y se reincorporará a los entrenamientos mañana con la intención de «estar disponible muy pronto». Cuanto antes, mejor.
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