Copa del Rey
Atlético - Barcelona: De la magia de Lamine a la pausa de Pedri
El extremo llevó peligro en cada pelota de la primera mitad y asistió a Ferran, pero cuando se fue apagando y el Atlético apretaba más, en la segunda parte, el canario dio un respiro a los suyos con el balón
Cuando a Lamine Yamal le preguntan si prefiere un gol o una asistencia, él responde que depende de cómo sea la asistencia. Una de esas en las que su compañero regatea a dos después y marca, es un momento de felicidad colectiva, pero en lo individual casi ni se la cuenta. En cambio, cuando da una como la de ayer en el Metropolitano, esa ya sí. Con toda tranquilidad, como si nada, el extremo azulgrana, estrella del fútbol con 17 años, filtró un pase entre la defensa del Atlético para que al otro lado, a la carrera, llegara Ferran Torres y rematara cruzado el primer y único gol del partido. Eran cuatro contra uno, pero la pelota pasó cerca, y lejos al mismo tiempo, de De Paul, Reinildo, Le Normand y Giménez, para ir a parar al único futbolista vestido de amarillo que había por ahí. Musso salió a intentar tapar y pudo hacer un poco más, porque el delantero había llegado algo forzado, pero el balón se dirigió a la red sin oposición.
Lamine lo celebró, efectivamente, como si fuera un gol, con los brazos estirados y después lanzándose al suelo con Ferran. Fue la jugada que logró culminar en una primera parte en la que casi cada pelota que tocó fue sinónimo de peligro. Nada más empezar ya se escapó por primera vez tras un balón largo de Pedri, sin éxito al final en el último pase. Un tiro suyo pasó cerca del palo, uno de sus eslalons no terminó en gol de Raphinha por poco, una asociación con Koundé en el dos por dos, lo mismo... Cuando mejore el porcentaje de acciones dañinas que acaban en gol, su límite será el infinito. También forzó una amarilla a Julián Álvarez que colmó la paciencia de la afición rojiblanca. Esa, se la podía haber ahorrado el colegiado, fue por un leve agarrón, y la pitada fue apoteósica. También cuando señaló el final del primer tiempo y se fue al vestuario. En el Metropolitano, en realidad, hacen la pitada preventiva al colegiado cuando lo nombran al decir las alineaciones. Le silban más que a cualquiera de los rivales ayer. La tarjeta a Julián la protestaron todos, menos él.
El Atlético creció en la segunda parte y a Lamine no se le acabaron los detalles, algo retórico en ocasiones buscando el caño o el regate imposible. Terminó sustituido por Gerard Martín. Quien tuvo que aparecer fue Pedri. Pasó un buen rato de apuro el Barcelona y parte de culpa de que se fuera apagando fue del canario, que mide el tiempo de una manera distinta al resto.
En una situación en la que a cualquiera le entrarían las prisas, él se calma, sale por un lado o por otro, se para y arranca cuando los rivales están confiados, siempre con la pelota pegada al pie. Dio un respiro a los suyos pidiendo el balón y no regalándola. Y también tuvo que ayudar en defensa. Lo mismo se le vio echando una mano al lateral derecho, principalmente, que al izquierdo.