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Milagro

El Atlético sobrevive en Oporto con un gran Oblak y una goleada inesperada (1-3)

El equipo del Cholo estaba sufriendo, pero en un córner Griezmann encontró el gol. Después, fueron expulsados Carrasco y Wendell y los rojiblancos encontraron su mejor nivel cuando estaban diez contra diez

Griezmann celebra su gol al Oporto
Griezmann celebra su gol al OportoLuis VieiraAP

El fútbol es una gran mentira y el Atlético terminó goleando al Oporto en un partido en el que durante la mayor parte de los minutos exhibió todas sus debilidades y se comportó como un equipo vulgar. El gol de Griezmann marcó la diferencia entre un ejercicio lamentable en Europa y la clasificación para los octavos de final de la Liga de Campeones. Hasta entonces el Atlético transmitió una imagen pésima durante gran parte del partido. Un grupo sin personalidad, un fantasma devorado por el Oporto durante casi todo el encuentro que se agarró a las paradas de Oblak para poder sobrevivir. Pero el Atlético esta acostumbrado a estas «exhibiciones» en Europa, a avanzar siendo un equipo inferior en la actitud y en el juego, como le sucedió en Múnich camino de la final de 2016 y en Liverpool hace dos años para llegar a octavos.

El problema es que las heroicidades cada vez tienen que llegar antes. Oblak sacó tres balones que amenazaban el futuro del Atlético en Europa. A Luis Díaz y a Grujic en la primera parte y a Taremi en la segunda. Era la única buena noticia de su equipo, que había tenido su mejor ocasión en los primeros minutos, en una extraordinaria jugada de Carrasco por la izquierda, que remataron primero Cunha y después Llorente, pero a los dos les respondió con acierto Diogo Costa.

Fue una aparición fugaz en el área del Oporto. Una manera de mantener la ilusión en un partido que había nacido torcido. Luis Suárez se marchó lesionado en el minuto 14. Lo sustituyó Cunha y la imagen del uruguayo llorando en el banquillo recordó a la de Diego Costa en la final de la Champions de Lisboa. Pero esta vez hubo final feliz.

No parece que la presencia de Suárez hubiera podido cambiar mucho el partido. El Atlético era incapaz de mantener la pelota y de llevarla hasta sus delanteros. Griezmann era parte del decorado y el encuentro se convirtió desde muy pronto en un ejercicio de supervivencia para los rojiblancos.

El Oporto mandaba en el partido y se acercaba con peligro a la portería de Oblak hasta que Griezmann se encontró un balón que sólo tuvo que empujar para clasificar a su equipo para la siguiente ronda. Al francés le llegó la pelota después de un córner que intentó despejar Taremi, pero su cabezazo se convirtió en un pase de gol al «8» del Atlético.

Después el partido se transformó en algo parecido a una pelea callejera. Carrasco fue expulsado por una disputa con Otavio. Una tontería que dejó a su equipo con diez cuando se jugaba la vida. Tuvo la suerte de que poco después el árbitro, el francés Turpin, interpretó como agresión una acción de Wendell en la que sólo pretendía marcar el territorio ante Cunha.

Diez para diez el Atlético se sintió más cómodo. Defendió con más seguridad, como hace años, fuera de su área y sin fisuras. Y encontró el segundo gol en un contraataque que remató Correa con serenidad. Ya había tenido Cunha antes otra oportunidad de sentenciar el partido en una jugada personal que resolvió con una vaselina que se quedó muy cerca del gol.

Marcó uno más el Atlético en otro contraataque que acabó rematando De Paul para completar la ficción. El Oporto tuvo el consuelo de un absurdo penalti de Hermoso que marcó Sergio Oliveira.

El Atlético sigue vivo en Europa sin necesidad de pasar por el calvario del descenso a la segunda categoría. Y tiene tiempo hasta marzo para mejorar.

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