Opinión

El Atlético y la pasión del campeón

Lo de los rojiblancos ante el Valencia sólo se entiende desde la irracionalidad

Simeone abraza a Luis Suárez después de la victoria del Atlético ante el Valencia
Simeone abraza a Luis Suárez después de la victoria del Atlético ante el ValenciaMARISCALAgencia EFE

En algunas ocasiones, bastantes en el caso del Atlético, sólo desde la pasión puede explicarse el resultado de algunos partidos. Los rojiblancos lograron remontar a la heroica frente al Valencia en lo que debería convertirse en un punto de inflexión. El equipo fue llevado a hombros por su afición una vez que tenía el partido cuesta arriba, con los goles de Thierry y Hugo Duro en la primera parte, y el drama se avecinaba. Cuestionado en su unión durante la semana, cuando no le quedó otra salida a los del Cholo que irse arriba desesperadamente, apareció un Atleti intenso, irracional, emocional, desatado y confiado en sus posibilidades. Los mismos jugadores que han tirado tres competiciones en menos de un mes, futbolistas que hace seis meses eran campeones de Liga, pero que seis días antes no parecían alcanzar un nivel de regional, lograron controlar la presión de la situación y doblegar a su rival.

Con unos cambios que sólo entendió Simeone, la remontada deja alguna reflexión, como lo difícil de asumir que a día de hoy Luis Suárez sea titular por delante de Cunha, o la poca confianza existente en un Héctor Herrera que siempre apuesta por hacer jugar al equipo. Felipe y Hermoso, los dos jugadores más cuestionados de esta temporada, salen en la foto de la victoria, mientras que Joao Félix, el mas talentoso del equipo y el mejor jugador en varios de los últimos partidos, parece señalado al ser sustituido cuando se buscaba la remontada.

Sin embargo, en un encuentro cuyo resultado sólo se entiende desde la irracionalidad, no es bueno precipitarse con conclusiones taxativas salvo que Carrasco es muy bueno y que Correa cuenta con menos minutos de los que merece. Mas allá de venirse arriba por el resultado final, pues conviene aprender de lo ocurrido después de la euforia por ganar en Oporto y clasificarse para octavos de la Champions, el vestuario debe utilizar este partido para quitarse una mochila de piedras de la espalda, perder tensión, olvidar el miedo, volver a confiar en sus posibilidades y encontrar la solidez perdida que hace de este un Atleti irreconocible esta temporada. Refrendar estas sensaciones en el próximo partido frente al Barcelona en el Camp Nou dentro de dos semanas sería una gran pista de despegue.