Móstoles
Casillas: «Cristiano está a la altura de Di Stéfano para el Real Madrid»
En una entrevista que le hace Míchel Salgado de tú a tú, con recuerdos compartidos, Iker cuenta lo mejor y lo peor de su carrera desde que empezó a parar balones con cuatro años.
Siempre tuvo Míchel Salgado en activo una excelente relación con los periodistas y alguna vez dejó caer cuánto le gustaba tal labor. Narra partidos y, de paso, tiene el enorme lujo de hacerle una entrevista a Iker Casillas, que resulta una delicia.
Es una charla de tú a tú, con recuerdos compartidos, que el que fuera lateral del Real Madrid y de la Selección decide titularla tal y como lo piensa: «Iker Casillas, rey de porteros» porque, como dicen ambos, el de Móstoles ha levantados «todos los trofeos por haber».
La conversación arranca con los primeros recuerdos futbolísticos de un niño de cuatro años que se acerca temprano los fines de semana a un campo cerca de casa, para que cuando lleguen el resto de niños, como padre e hijo tienen ocupado el campo, le dejan jugar con ellos. Aunque le sacaran cuatro o cinco años. Y, desde el principio, tuvo claro que lo que más le gustaba era «parar goles», así que Iker nunca fue jugador de campo.
Así con nueve años, como el chaval destacaba, el resto de padres insistían que porqué no le llevaba a hacer la prueba a algún club y la casualidad quiso que un compañero de trabajo de su padre le dijera que si quería le inscribía para hacer una prueba con el Real Madrid. Desde el principio, Mezquita, un entrenador al que Iker siempre tiene en mente, vio mimbres en él y ahí comienza al sacrificio de su padre de llevarle todos los días a la Ciudad Deportiva desde Móstoles en un Seat 124.
Casillas recuerda, valora y agradece cada una de las cosas extraordinarias que le han ocurrido en su carrera, aunque cree que cuando lo haga desde la distancia, ya no en activo, les dará todavía mucho más valor. Empezando por el día que le llamaron al cole para ir a jugar a Rosenborg o conseguir la «Séptima» en su primer temporada con el primer equipo.
Tanto Iker como Salgado comparten devoción por Vicente del Bosque. «Antepone al jugador antes que a él mismo y el bien común por encima de la individualidad. Él no quiere ningún protagonismo», destaca el portero.
Y eso que Vicente le dejó sin jugar dos meses, lo que produjo en Iker una profunda «rabia» -«ese palo con 20 años, te hace fuerte»- y produjo que no pudiera parar de llorar tras la final de Glasgow, de la que fue héroe junto con la volea de «Zizou».
Quizá la peor etapa en la carrera de Iker y Salgado es la incomprensión de que aquel equipo de los galácticas no ganara nada. Ambos comparten también, que a nivel de clubes, no hay nada en el mundo como jugar contra el Barcelona. Para Iker el clásico de mejor recuerdo es el de la final de la Copa del Rey porque «era un Barcelona que venía de ganarlo todo». Por contra, entre sus peores recuerdos figura el 2-6 en el Bernabéu y el 5-0 en el Camp Nou con Mourinho.
En cuanto a la «Décima», Casillas cree que tuvo «el guión perfecto»: «Gol de Sergio, prórroga, angustia, miedo, los dos equipos jugando mal porque se llegó exhausto y contra el vecino...».
En ambos recuerdos, Iker elogia la figura de Cristiano: «Para nosotros es un jugador vital. Está a la altura de Di Stéfano en el Real Madrid. Te dá más de un gol por partido, es una barbaridad».
En cuanto a la Selección, el recorrido de Iker comienza con la sub-15, pero Salgado quiere hablar de lo que Iker también cataloga como el «mayor robo», «dos goles legales...» contra Corea, que impidieron a una España que estaba jugando bien medirse a alemania en semifinales.
De la triple corona, que con tanta emoción y orgullo ha saboreado Salgado como espectador, Iker recuerda la fecha del 22 de junio del 2008, como «el punto de inflexión» de la Selección: «Los penaltis contra Italia fueron la clave de la Eurocopa».
Repasada la parada de Iker a Robben, por la que él no quiere darse mucha importancia, ambos recuerdan el gol de Iniesta. Casillas se acuerda «perfectamente» de ese momento, con los «pelos de punta todavía», como si el mundo se hubiera parado en ese momento y lo viera todo a cámara lenta. «Me volví loco y me junte con Buxi. Por favor, hay que aguantar cinco minutos, le decía».
Sin embargo, la Eurocopa de 2012 la siente como la más fácil de las tres. «Sentíamos que reinábamos el mundo del fúthol, lo veías en la cara de los rivales y eso sólo pasa una vez en la vida».
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