Opinión

Goce vertical, peñazo horizontal

El Mundial de Qatar y la final han sido, por fortuna, el del éxito del fútbol más directo. Francia y Argentina no buscaron los penaltis como objetivo

Lionel Messi y Kylian Mbappé, los dos grandes protagonistas del Mundial
Lionel Messi y Kylian Mbappé, los dos grandes protagonistas del MundialJuan Ignacio RoncoroniAgencia EFE

Hans Arp (1887-1966), uno de los fundadores del dadaísmo junto con Tristan Tzara (1896-1963), defendía que «lo vertical y lo horizontal son los signos extremos de que dispone el hombre para tocar el más allá y su interioridad». El Mundial de Qatar ha sido, por fortuna, el del éxito otra vez del fútbol vertical –incluida la final– frente al fútbol horizontal, soporífero y peñazo que practicó, por ejemplo, la selección española y que sólo se justifica si da resultados, porque la victoria oculta todo lo demás. No obstante, entre el tiki-taka y el «a mí el pelotón Sabino, que los arrollo», de Bealusteguigoitia en los Juegos de Amberes –España obtuvo la medalla de plata– siempre puede haber un término medio.

Francia y Argentina, en cualquier caso, no se fueron ayer por las ramas. Los australes arrasaron en la primera hora de partido y los franceses, que se presumían superiores, supieron reaccionar. Fue un espectáculo casi de otro tiempo, con seis goles, que la FIFA, que ha hecho 11.000 millones de caja, no podía imaginar mejor, en el que sólo el azar impidió que los argentinos remataran la faena antes de los penaltis. Messi y Mbappé brillaron, quizá uno más que otro, con acciones tan decisivas como de calidad. La intensidad y la brillantez de la final incluso arrumbó los deseos de los que –y no eran tan pocos–, con un espíritu dadaísta –eran anti casi todo– soñaban con el absurdo de que perdieran tanto Argentina como Francia. Sin embargo, el fútbol vertical se impuso y los penaltis dieron el triunfo a quien más lo persiguió durante más de 120 minutos en los que, hay que decirlo, nadie buscó el empate final como objetivo y todo pudo cambiar casi en el último minuto. Fue, así de simple y atractivo, toda una apoteosis un goce del fútbol vertical, frente al peñazo horizontal. El más allá del balón, diría el dadaísta Arp.