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Querido enemigo

Cristiano Ronaldo marcó por sexto clásico consecutivo en el Camp Nou

La Razón
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Los que se atrevieron a dudar de su compromiso en los partidos importantes. Los que le acusaron de esconderse cuando jugaba en el Camp Nou. Todos ellos deben estar bien escondidos y callados.

Los que se atrevieron a dudar de su compromiso en los partidos importantes. Los que le acusaron de esconderse cuando jugaba en el Camp Nou. Todos ellos deben estar bien escondidos y callados. Encerrados durante mucho tiempo. Porque criticar a un jugador como Cristiano es mal asunto. Hablar mal de uno de los futbolistas con más calidad del mundo es muy peligroso. Demasiado. La respuesta del portugués ha llegado sobre el terreno de juego, donde debe ser.

Vive la estrella del Madrid un pequeño idilio con un estadio que no le tiene demasiada estima. Le cogió el truco hace unos años y no para. Lleva ya seis partidos consecutivos viendo puerta en el Camp Nou, una marca impresionante para un jugador impresionante. Cristiano abrió ayer el marcador de penalti. Una falta clara de Piqué sobre el propio «CR7» que Undiano no dudó en señalar. Ajeno a todo, Cristiano Ronaldo agarró el balón y lo situó en los once metros. Jordi Alba se cruzaba por detrás intentando despistarle. Pinto se colocó a menos de un metro y también le hizo algún comentario. Pero es difícil desconcentrar a Cristiano, hambriento de gol. Su disparo cruzado silenció las gradas. Y no fue la única vez en una velada de triste recuerdo para el barcelonismo.

El Barça se volcó tras el descanso a por el empate, aunque con un juego muy previsible y demasiado pendiente de las decisiones que tomase Undiano Mallenco. Un escenario ideal para los de Mourinho, unos artistas al contragolpe. Tan artistas que se inventan contras de la nada. De un despeje desde el semicírculo de su propia área que cayó en las botas de Di María, que le ganó la partida a Puyol. Cristiano seguía la jugada en segundo plano. El despeje de Pinto cayó en sus pies y el portugués no falló. Otro gol y otra vez silencio sepulcral en las gradas, que ya confiaban en una remontada imposible.

La estrella madridista le ganó la partida a Leo Messi, que debería haber replicado la exhibición de pegada de Cristiano pero evidenció que no atraviesa su mejor momento, por mucho que se empeñen en el vestuario azulgrana en negarlo. El argentino es el «Pichichi» de la Liga. Con su calidad le alcanza a golear en infinidad de partidos, pero hace semanas que su fútbol no es el mismo. Sigue marcando, pero su incidencia en el juego es demasiado baja. Messi lo intentó ayer de todas las maneras. Empezó el encuentro combinando con sus compañeros, abusando de la pelota como le gusta al Barça, pero la falta de profundidad era alarmante y buscó soluciones. La «Pulga» intentó en varias ocasiones la jugada imposible. Pero sus internadas acabaron siempre interceptadas.

Pero Messi no fue más que el reflejo de un equipo que no ha dado la talla en los dos partidos más importantes de la temporada: Milan y Madrid. Apenas ha marcado un gol, e intrascendente, en 180 minutos. Quizás el menos celebrado por el Camp Nou en años. Más pendiente de sus reivindicaciones independentistas, la grada olvida a veces el fútbol. Y así le va.