Fútbol
Real Madrid - Mallorca (1-0). El balón parado es un tesoro
Rüdiger, tras un saque de esquina dio la victoria a un espeso Real Madrid contra el Mallorca. En Vitoria también ganó de esa manera
Una de las imágenes habituales en las celebraciones de los goles del Real Madrid es ver llegar a Rüdiger al grupo en el que están abrazados sus compañers y empezar a repartir sopapos a todo el que se pone en su camino. Es su manera de demostrar que está feliz. Modric se vengó un poco dándole bofetadas una y otra vez después de que el central alemán saltase más que nadie para rematar a puerta el saque de esquina del croata.
Rüdiger, el único central disponible de la primera plantilla, el futbolista con más minutos, inesperadamente crucial esta temporada. Contra el Mallorca sacó de un atolladero al equipo de Carlo Ancelotti y le llevó a terminar la primera vuelta de la competición como líder
Porque para mantenerse arriba también hay que ganar en los días malos, cuando todo lo que era fluido se transforma en espeso. Si hace una semanas el Madrid casi volaba, en los dos últimos partidos de la competición, el que cerró el año, en Vitoria, y el que lo abrió contra el Mallorca, el equipo blanco se atascó.
No salió nada contra los de Aguirre, muy bien cerrados, jugando sus cartas y con llegadas de peligro, más de las debidas incluso. Dos veces tiro al palo, una en cada parte, antes del que el Real Madrid supiese de que iba el encuentro.
No es verdad que no salió nada en el Real Madrid: funcionó la jugada de estrategia, como en Mendizorroza. Allí fue agónico y con un remate de Lucas Vázquez, el más inesperado. Contra el Mallorca, no fue tan agónico y el rematador fue más lógico: Rüdiger es potente y alto y remató perfectamente hacia el otro lado. Los equipos campeones son los que son mejores en todas las facetas y el Madrid de Ancelotti ha encontrado en los saques de esquina una solución a sus problemas, se supone, que pasajeros.
Por eso celebró con rabia el gol Modric, abofeteando a Rüdiger y pegando un pelotazo a la pelota. El croata fue titular, como se esperaba, con Tchouameni de central, pero fue más curioso que, a la hora de hacer los cambios, Ancelotti quitó antes Kroos que a él. Vio bien a Luka y vio que era lo que necesitaba el equipo: el pase último de Modric, que ya lo había intentado en la primera mitad y que resultó fundamental en la segunda.
Pero ni con Modric con la luz encendida estuvo fresco el Madrid la mayor parte del choque. Enero va a ser un mes crucial y empezó frío el líder. Y eso que recuperó al equipo titular de verdad, con Vinicius y Rodrygo, tantas veces solucione. El primero estuvo intermitente y batallador, pero aún le queda para ser constante. Vivió su habitual pelea con Maffeo, quien siempre busca sacarle del partido. Mientras Rodrygo pasó de puntillas, con algo más de protagonismo después, pero sin gol y sin remate. Como Bellingham.
El Mallorca de Aguirre llegó al Bernabéu con el plan de cerrar todas las puertas y embarullar el partido. Y lo hizo a la perfección. Sobre todo en la primera mitad, después, en la segunda, con la urgencia, con el Bernabéu a tope, fue más complicado mantener la solidez que mostró casi todo el partido. Una línea de cinco y cuatro centrocampistas, basculación perfecta y el Madrid, cerrado por dentro y sin alas para correr, pese a que estaba Fran García.
Tan bien estaba el equipo de la isla que tuvo más opciones que el Madrid de adelantarse. Un remate al larguero y, en la segunda mitad, un balón al palo habían ya superado a Lunin. Puede que el Mallorca recuerde esas jugadas. Tenía al Madrid seco y enfadado con la decisiones del colegiado, pero le dejó con vida.
Y eso es peligroso. Carlo Ancelotti sacó a Brahim, que dio vida arriba y a Joselu, que dio sentido al ataque porque hay un faro al que dirigirse. Si nada sale, centros al área y saques de esquina. El fútbol de toda la vida.
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