Real Madrid

Granada C.F.

James y Morata, una goleada para reivindicarse

El Madrid de los suplentes ganó en Granada a un rival sin alma. El equipo de Zidane jugó con el plan B y otra vez volvió a ser tan efectivo como siempre. Marcaron el colombiano y el canterano y no desentonaron ni Coentrao ni Danilo

El delantero del Real Madrid Morata es felicitado por sus compañeros tras marcar ante el Granada, durante el partido de Liga en Primera División disputado esta noche en el estadio Los Cármenes
El delantero del Real Madrid Morata es felicitado por sus compañeros tras marcar ante el Granada, durante el partido de Liga en Primera División disputado esta noche en el estadio Los Cármeneslarazon

El Madrid de los suplentes ganó en Granada a un rival sin alma. El equipo de Zidane jugó con el plan B y otra vez volvió a ser tan efectivo como siempre. Marcaron el colombiano y el canterano y no desentonaron ni Coentrao ni Danilo

Morata jugó ayer su quinto partido entero en Liga con el Real Madrid y marcó su gol número 15 en esta competición. Una cifra que más quisieran gran parte de los delanteros de los equipos españoles, un delantero así vale mucho en el mercado. Si el Madrid gana esta Liga, y va camino de hacerlo, el canterano blanco puede decir que parte es suya, algo que no suele ocurrir con los suplentes de los grandes equipos, cuyo papel es secundario, puntual o incluso residual. Ha conseguido Zidane convencer el vestuario de que encuentros como el de ayer suman lo mismo que los otros choques con más nombre y que pasito a pasito, o mejor, goleada a goleada, va descontando partidos el Madrid sin que sus futbolistas sumen más minutos de los necesarios. En las últimas salidas, en Gijón, en Coruña y ayer en Granada, ha jugado con lo que se denomina la segunda unidad y en los tres partidos ha marcado más de tres goles. Al filo de la navaja contra el Sporting, dándose un gustazo frente al Deportivo y en un trámite contra un conjunto descendido. En todos, la misma eficacia y lo más importante, el mismo convencimiento en lo que se persigue.

El de ayer fue el choque más sencillo de todos. En el minuto tres, el Madrid había acabado con el poco suspense que podía haber en Granada. Fue James quien marcó en una jugada en la que el equipo de Zidane dio más de veinte pases seguidos, lo que no había ocurrido en ningún tanto de esta campaña. Es lo que tiene este equipo: variantes para marcar de todas las maneras posibles. Fue Lucas Vázquez quien puso el balón para que el colombiano hiciese el primero y volviese a demostrar que va a seguir hasta el final demostrando su talento. Ahora sólo falta que el Madrid decida si lo quiere vender o si ambos continúan juntos una temporada más. En realidad, estos últimos encuentros con goles de James no se sabe si sirven más para confirmarle o para subir el precio en una posible venta cuando se abra el mercado.

El caso es que su tanto mató a un rival que estaba en el cementerio de Primera. El Granada es de Segunda, con un once formado por futbolistas de distintas nacionalidades, sin nada que hacer, sin nada por lo que luchar, con el público ni siquiera enfadado. Hay cosas que son inexorables y el conjunto andaluz parece construido para vivir lo que le ha pasado. El partido de ayer era su última posibilidad de dar una noticia agradable a los suyos. No hubo nada. Porque no hay nadie en ese equipo que pueda hacer nada y porque para dañar al menos un poquito a este Madrid lo primero que no puede faltar es un poco de corazón.

No necesitaron los suplentes de Zidane esforzarse más de lo necesario para que los goles fuesen cayendo. Y más cuando se tiene a James en plena racha y a Morata tan fino ante el gol. A los diez minutos, ya había marcado dos, antes del minuto 40 ya habían caído los cuatro. Y no fueron más en la primera mitad porque al Madrid le faltó algo de puntería para acabar con un resultado escandaloso. En la segunda parte, sin embargo, sí que se bajó el ritmo. No hacía falta más.

A los chicos madridistas no les salió ayer el partido de Coruña quizá porque lo vieron absolutamente innecesario. No hubo partido porque no había rival. Más que los goles, el partido de ayer era una prueba para dos hombres: los laterales, quizá los futbolistas más suplentes del vestuario de Zidane.

Por la izquierda apareció Coentrao, que tuvo fuerza para jugar el partido entero, por fin sin que le dolieran cosas y que se inventó un gran pase para el segundo tanto de James. Hizo un partido sobrio el lateral portugués, quizá uno de sus últimos servicios en el Real Madrid. Ha sido el agujero negro de la presente temporada, bien tapado por el juego de Marcelo. Lo de ayer, más su primera parte en Gijón, le unen al resto del equipo blanco.

En el otro lado estaba Danilo, al que le toca ser titular por la lesión de Carvajal. Siempre con tendencia para irse al ataque, dio un pase de gol y no se equivocó nunca en defensa. No hay partido mejor que el de ayer para sentirse parte de este proyecto del Madrid tan extraordinario: tiene un vestuario de dos equipos. Y los dos igual de convencidos.