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«Y con el 8, Luis»

El Calderón se volcó en la despedida a Luis Aragonés
El Calderón se volcó en la despedida a Luis Aragonéslarazon

«¿Por qué se oye a los jugadores?», preguntaba alguien en la grada. El Calderón se había prometido guardar silencio hasta el minuto 8, hasta que se alcanzara el número que siempre vistió Luis Aragonés. Se oía el toque de balón, los gritos de los futbolistas. Se escuchaba el fútbol sin intermediarios, hasta que el fútbol devoró el silencio. No están hechos los estadios para monjes cartujos. La afición no contempla el voto de silencio y a la primera entrada que recibió Diego Costa el estadio se levantó para protestas. «Sssshhh», se escuchaba a algunos que mandaban callar. Y así, con un silencio contenido, se llegó hasta el momento que esperaba todo el estadio para comenzar a honrar al ídolo caído, el minuto 8. «Luis Aragonés, Luis Aragonés», gritaba el Calderón. Antes, la puerta del estadio se había convertido en un santuario con portadas, recortes de prensa y algún mensaje de recuerdo para el entrenador que ganó la Copa Intercontinental. «Zapatones, no te olvidaremos» o «Luis, siempre con nosotros», se leía. Sin flores, sin adornos, sólo palabras de recuerdo y admiración.

Ya en el césped, algunos veteranos portaron una gigantesca pancarta que simulaba una camiseta con el 8 y el nombre de Luis Aragonés. San Román, Adelardo, Gárate, Rivilla, Capón, Calleja, Rodri... Aguilera, Abel, Santi, Roberto Fresnedoso o Quique Ramos. Los futbolistas del primer equipo ya le habían hecho su particular homenaje en el vestuario. De una de las taquillas colgaba una camiseta con el 8 de Luis.

Cuando fue retirada la publicidad del patrocinador, los veteranos, por fin, ocuparon el centro del campo, formaron alrededor del círculo central para «escuchar» el minuto de silencio y ver el vídeo de homenaje preparado por el club. Al terminar, el sonido ambiente era «Luis Aragonés, Luis Aragonés». Después, el estadio cantó el himno del Atlético, el himno de Luis.

Los cantos de «Luis Aragonés, Luis Aragonés» se repitieron en cada uno de los goles de su equipo. En el primero, de Villa, especialmente. El Calderón tenía ganas de recordar a su ídolo, y también el internacional asturiano quería homenajear a su maestro, al hombre que cambió el fútbol español. Y parte de ese cambio se personaliza en el delantero del Atlético, el hombre que heredó de Raúl el «7» de España cuando Luis decidió apostar por otros jugadores. «Vas a volver a llamar a Raúl», le decía uno de sus viejos amigos cuando dejó de llamar al que hasta entonces había sido el capitán de «La Roja». «¿Tú me conoces?», recordaba ek sábado en el tanatorio que le preguntaba el técnico. «Si me conocieras sabrías que no le voy a llamar». Y no volvió a llamarle. Sus delanteros fueron desde entonces Torres y Villa. Y, por eso, el asturiano, el «7» de la España más gloriosa le dedicó su gol. Después, se retiró lesionado, una dolencia muscular, como le sucedió en la semifinal de aquella Eurocopa 2008 contra Rusia.

A Luis Aragonés sólo le hizo sombra Simeone en las gargantas de los aficionados. Lo ven como su heredero, un entrenador que hará época en el Atlético. De momento, a Luis le ha regalado el liderato de la Liga en su despedida. Algo que muchos ayer pensaban que sólo se pudo conseguir porque ayer el Atlético jugaba con 12. Aunque al anunciar las alineaciones por megafonía faltara un nombre: «Con el 8, Luis».