Alfonso Ussía
Y si no, nos quedamos con 11, ¿pasa algo?
Me piden mis compañeros de Deportes –casi todos ellos atléticos–, un comentario a publicar con anterioridad al Real Madrid-Juventus. Cumplo feliz la solicitud, adelantándome con un ejemplo. El duque de Bedford era también conde de Milton, conde de Stratford y conde de Lawson. Tenía cuatro títulos nobiliarios, e interpuso una demanda contra un sobrino, el también conde de Benson-Parva por uso indebido de la gracia que, según el duque, a él le pertenecía. En el bar del «Brooks», un amigo se interesó por el curso del contencioso, y Bedford le respondió: «Si no son cinco, sigo con mis cuatro títulos. No pasa nada».
Se habla mucho de la duodécima que esta noche puede caer a favor del Real Madrid. La duodécima Copa de Europa. De ser Pablo Iglesias, escribiría que la doceava, es decir, la Copa de Europa fragmentada en doce partes iguales. A ver si con el huevazo de los taxistas aprende un poco. Bueno, pues eso. Que el Real Madrid está en situación parecida a la del duque de Bedford. Ya es mérito suficiente haber conseguido la trigésimotercera Liga y alcanzar simultáneamente la final de la Liga de Campeones. Para mí que va a ganar la final, pero si la Juventus de Turín juega mejor y alza la Orejona, el comentario ajustado sería: «Si no son doce, nos quedamos con once. ¿Pasa algo?».
Miento si no reconozco mi nerviosismo, que impera en mi proceder desde hace unos días. Salgo a la calle con un zapato marrón y otro negro, en lugar de mi habitual «Panamá» –blanco, por supuesto, con cintilla azul–, me ajusto una boina que no me pertenece, y como me recomendó uno de mis grandes amigos camareros del Hotel Intercontinental Castellana cuando le rogué que me sirviera un «Whisky», «lo hago con mucho gusto, don Alfonso, pero lleva la bragueta abierta». Es decir, que estoy nervioso. Cuando era muy, pero que muy niño, oí por la radio la primera final, la de París, en la que ganamos al Stade de Reims de Kopa. La segunda la vi en directo, en el Bernabéu, con Kopa en el Real Madrid y goles de Di Stéfano y Gento a la Fiorentina. La tercera, radio de nuevo, contra el Milán en Bruselas. La cuarta, de nuevo al Stade de Reims, creo recordar que en Stuttgart. La quinta, apoteósica, en el Hampden Park, con el 7-3 al Eintracht de Frankfurt. La sexta pudo caer al año siguiente, pero dos cabritos ingleses, Mister Ellis y Mister Leaf, nos robaron la eliminatoria y permitieron que pasara el Barcelona, que perdió la final con el Benfica en Berna, lo cual me alegró sobremanera. La sexta, la yeyé, con gol de Amancio y golazo de Serena. La séptima, ya no tan niño, la viví en directo, y cuando Mijatovic marcó –a la «Juve» de Zidane–, sufrí un tirón en el muslo derecho. La octava, en casa, tranquilamente contra el Valencia. La de los alemanes con la volea gloriosa de Zidane, en directo, y las dos del Atlético también en mi casa, y hoy seguiré el acontecimiento con un grupo de amigos reunidos ante una pantalla gigante. Sintetizando, que sólo resumiendo las finales ganadas por el Real Madrid se me ha terminado el espacio, lo cual dice mucho del Real Madrid y su dominio en Europa.
Intuyo que vamos a ganar, pero hay que respetar al adversario, que es muy bueno, con una defensa fenomenal, y con Higuaín gordo. Es de esperar que la defensa del Real Madrid controle al gordo, porque durante muchos años ha jugado y entrenado con el mismo jugador cuando era flaco. Dybala me asusta, Chiellini me inquieta y admiro a Buffon. Respeto aparte, el resultado no admite discusiones ni dudas. Real Madrid, 3, Juventus, 1.
Y si no, nos quedamos con 11, ¿pasa algo?
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