Atletismo
Jonathan Edwards, el día que Dios se disfrazó de saltador de triple salto
El récord del mundo de triple salto del británico, 18,29, cumple 30 años. La gran amenaza, si le respetan las lesiones, es el español de origen cubano Jordan Díaz
Hay cuatro récords del mundo de atletismo que tienen más de 30 años y otro, el de triple salto, los cumple precisamente hoy. El 7 de agosto de 1995 en los Mundiales de Gotemburgo Jonathan Edwards voló hasta los 18,29 en un concurso memorable. Porque el británico no sólo fijo esa marca. Quince minutos antes ya había protagonizado el primer vuelo de la historia más allá de los 18 metros, 18,16.
Para dimensionar esa marca hay que recurrir a la tabla de mejores saltos de todos los tiempos. Sólo otros siete triplistas han ido más allá de la frontera de los 18 metros. Christian Taylor fijó el récord en 18,21 en los Mundiales de Pekín hace 35 años. Jordan Díaz, con 18,18 en junio del año pasado se proclamó campeón de Europa en Roma. Will Claye (18,14), Kenny Harrison (18,09), Pedro Pichardo (18,08), Hugues Zango (18,07) y Teddy Thamgo (18,04) completan la lista de ilustres. Sólo el atleta español de origen cubano parece capaz de asaltar esos 18,29.
Jonathan Edwards da una explicación a la vigencia de su récord: "El grupo de atletas con talento que se dedica al atletismo es pequeño y el que se dedica al triple es todavía menor. Así que es la única razón que se me ocurre. Además del hecho de que es un gran récord". El británico, un atleta de eclosión tardía, venía dando pistas de lo que podía suceder semanas antes. En Salamanca, donde dos años antes Javier Sotomayor había asombrado con el récord del mundo de altura, los 2,45 todavía vigentes, rozó los 18 metros. Voló hasta 17,98. Pero lo mejor estaba por llegar. En una reunión en Lille previa a los Mundiales había aterrizado en unos siderales 18,43. Fue el salto de triple más perfecto de la historia. El problema es que no fue válido por un viento excesivo, 2,4 metros por segundo.
En Gotemburgo el viento no le traicionó. En el mítico estadio Ullevi, uno de los templos mundiales del atletismo, se disputaba la tercera jornada de los campeonatos. No había sucedido nada extraordinario hasta que Edwards apareció en pasillo del triple. Con 29 años cuajó sendos saltos por encima de 18 metros, el segundo dejó su huella en los 18,29. Desmenuzando el salto se comprueba como en el primer salto, el hop, se fue hasta los 6,05; el step, a 5,22 y el jump, donde estuvo la clave del vuelo, hasta los 7,02. Su velocidad sostenida hasta el último salto y la velocidad de la carrera (tenía marcas de 6.73 en 60 metros y 10.48 en los 100) le permitieron ir más allá.
La carrera de Jonathan Edwards, al margen del récord del mundo, fue extraordinaria y eso que en sus fuertes raíces cristianas le llevaron a renunciar a competir los domingos en el comienzo de su vida deportiva. Quizá de ahí su explosión rozando la treintena. Otra de las claves fue su ausencia de lesiones porque apenas saltaba en los entrenamientos para evitar el desgaste. Cuando decidió comenzar a competir los domingos, en 1993 pese a las reticencias de su padre, un pastor anglicano, su carrera dio un salto de calidad. Con el récord del mundo llegaron los títulos. Fue plata olímpica en Atlanta 1996, ganó el oro cuatro años después en Sídney, repitió título mundial en 1998 y fue varias veces campeón de Europa. En 2003, con 37 años, se retiró para convertirse en un referente del atletismo, el olimpismo y el deporte británico y mundial.