Natación
La plata más odiada
El público pita y las rivales repudian a la rusa Efimova, que está en Río pese al «informe McLaren» y a haber dado dos veces positivo. Ella acabó llorando en el podio
El público pita y las rivales repudian a la rusa Efimova, que está en Río pese al «informe McLaren» y a haber dado dos veces positivo. Ella acabó llorando en el podio
Fue aplaudido el equipo ruso en la ceremonia de inauguración de los Juegos, pero sus atletas han sufrido la ira del público durante la competición. La nadadora Efimova puede dar fe de ello. «Creí que la Guerra Fría había terminado, no sé por qué volver a revivirla», dijo, después de que su momento de felicidad, que es ganar una medalla de plata en unos Juegos en 100 metros braza, fuera festejada con silbidos y abucheos. Es la plata más odiada de la historia de este deporte. Efimova fue repescada a última hora para la cita brasileña. En principio, había sido apartada, como tantos otros deportistas rusos, por culpa del «informe McLaren», que denunciaba el dopaje de Estado en su país. Su historial es más sospechoso: un primer positivo por un esteroide que le supuso una sanción de 16 meses y la pérdida de las dos medallas que había logrado en el Mundial de Barcelona, además del récord del mundo. Su redención pareció llegar cuando en el pasado Mundial de Kazán, en 2015, sumó un nuevo oro y un bronce. Pero en marzo de este año se hizo público un nuevo positivo suyo por el famoso meldonium, el producto que tiene apartada a la tenista Maria Sharapova. Lo del meldonium es un caso singular, porque el 31 de diciembre de 2015 no era positivo y el 1 de enero de 2016, sí. No se comprobó nunca cuánto tiempo permanecía esa sustancia en el cuerpo del deportista, que podía haberlo tomado cuando todavía no era dopaje. Una chapuza, vamos. De cualquier forma, el pasado de Efimova era suficiente para no haberla permitido estar en Río, aunque como se entrena en Estados Unidos, a las órdenes de Dave Salo,en la Universidad de California, estaba, en teoría, fuera de los sospechosos controles rusos.
Recurrió al TAS la decisión y a última hora conoció que podía participar. Nadó y fue plata. Cada vez que su nombre sonaba por los altavoces, pitos. Pero no sólo se llevó la reprimenda de los aficionados, también de los compañeros. De gente, ni más ni menos, como Michael Phelps, que parece haber emprendido una cruzada contra el dopaje. Si antes de empezar los Juegos reconoció que tenía la sensación de que algunos de los que competían a su lado no siempre estaban limpios, con el caso de Efimova fue muy claro: «Vulnera todo lo que es el deporte. Que una deportista haya dado positivo no una vez, sino dos, y que pueda participar aquí me rompe el corazón», opinó el deportista con más medallas de la historia. También su entrenador, Bob Bowman: «Es preocupante que nuestros dirigentes permitan esto», dijo apuntando a la Federación Internacional de Natación. «El sistema está roto y debe ser arreglado», prosiguió el mentor de Phelps.
Con más recelo todavía miraban a la rusa quienes habían competido con ella. La ignoraron totalmente cuando la prueba acabó. Se multiplicaron las felicitaciones, pero ninguna a ella, repudiada. Incluso quienes habían sido mejores estaban enfadadas. La ganadora, la estadounidense Lilly King, que antes de la competición ya dijo que sería «muy grande poder ganar a los que hacen trampas». Después, sacó pecho: «Lo que acabo de hacer demuestra que se puede competir estando limpia y terminar entre las primeras». El bronce fue para la también yanqui Katie Meili.
«Entiendo que la gente no me haya apoyado. Se han dicho muchas cosas sobre mí que no son verdad», dijo a la prensa rusa Efimova. «Hace unas semanas no sabía si podría estar aquí sólo por ser rusa, por eso sólo puedo decir que estoy muy feliz», continuó. Sus penurias todavía no han acabado en Río, pues comienza la participación en los 200 braza, la prueba de la que es campeona del mundo. Otra vez tendrá que oír los pitos de la grada y el desprecio de los compañeros. Efimova está marcada.
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