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La doble cara del «més que un club»

La cláusula en el contrato de Messi en caso de secesión fue negociada por el padre ante la preocupación por la deriva del «procés»

Messi se hizo fotos con aficionados en el entrenamiento a puertas abiertas de ayer
Messi se hizo fotos con aficionados en el entrenamiento a puertas abiertas de ayerlarazon

La cláusula en el contrato de Messi en caso de secesión fue negociada por el padre ante la preocupación por la deriva del «procés».

La situación política vivida en los últimos tiempos en Cataluña afecta a todos los niveles, y el deportivo no escapa a ello. La utopía de no mezclar política y deporte no ha sido posible (o no es posible, directamente) y al Barcelona le supone una incomodidad constante. La cláusula que figura en el nuevo contrato de Messi, desvelada por «El Mundo», es el último capítulo, pero no el único. El entorno del jugador, especialmente el padre, Jorge, que es el que le lleva las negociaciones, contempla con preocupación la situación e insistió en añadir en el contrato que en caso de independencia de Cataluña y que el Barça tuviera que jugar una liga catalana, su hijo, el mejor jugador en la historia del club, quedaría libre, sin tener que pagar los 700 millones. El negocio no es del todo malo para el Barcelona. Primero porque en realidad todos los futbolistas, y los deportistas en general, quedarían libres al haberse alterado las condiciones en las que se firmaron sus acuerdos. Messi no pintaría mucho en una liga local y sin poder disputar la Champions, pero lo mismo que Semedo, Denis, Iniesta, Paulinho... Y segundo, porque la cláusula dice que en caso de independencia, si el club consiguiera negociar para seguir en el campeonato español (algo que por ley ahora no es posible), en la Premier inglesa, en la Ligue1 francesa y en la Bundesliga alemana, el futbolista continuaría en el club. El padre lo confirmó ayer. «Si Cataluña llega a independizarse, se quedaría si juega una liga competitiva», dijo en una radio de su país. Lo que quiere es asegurar que su hijo esté en la élite y que los acuerdos económicos no peligren. El «10» siempre se ha mostrado al margen de temas políticos, aunque en alguna celebración sí ha gritado el famoso: «Visca el Barça, Visca Cataluña». No se le ha escuchado hablar catalán, aunque sí lo entiende, pues llegó a Barcelona con 12 años.

Todo son casos hipotéticos, ya que después de la nefasta experiencia de la declaración unilateral quedó claro que, al menos a corto y medio plazo, la independencia no es posible. Pero ante la tensión, el Barcelona se ve obligado a firmar este tipo de extras en sus contrataciones, como ha tenido que hacer otros gestos. El club azulgrana es un emblema de Cataluña y el equilibrio para intentar mantener contentos a todos suele desembocar en que todos acaben enfadados. El presidente Josep Maria Bartomeu no es independentista, según dicen en su círculo íntimo, pero parte de los miembros de su junta directiva sí lo han sido o lo son. El 1 de octubre dimitió uno de ellos, Carles Vilarrubí, en plena crisis después de lo sucedido en el referéndum ilegal sobre la independencia. El Barcelona, que formaba parte del Pacto Nacional por el Referéndum, que apoyaba el derecho a decidir, tenía partido ese día contra Las Palmas y después de los incidentes con la policía una de las opciones que barajó era no jugar. El duelo se disputó a puerta cerrada (Messi fue uno de los que insistió en que se jugara), lo que supuso el malestar de los que se quedaron en la puerta con la entrada y también de los que creían que con eso no era suficiente. Cuando el Barça colgó en su web una foto con el Rey Felipe VI, al ser proclamado, parte de la afición se lo increpó a Bartomeu a través de las redes sociales. Después, el club nunca se mostró crítico por las pitadas al propio monarca y al himno en las finales de Copa, apelando a la libertad de expresión. Por el mismo motivo permite que en los partidos en el Camp Nou la grada se llene de esteladas, y que se produzcan reivindicaciones políticas, como el grito de «Independencia» en el minuto 17:14.

Parte de la afición no está de acuerdo con estas «concesiones». Algunas peñas de fuera de Cataluña se separaron del club e incluso hubo un movimiento por las redes sociales de aficionados del Barcelona quemando sus camisetas por la politización de la entidad. Julio Alberto, exfutbolista, denunció en «Espejo Público», de Antena 3, la radicalización de la que un día fue su «casa».