Ciclismo
Aru, empeñado en ser grande
Durante el invierno, trabajó en el túnel del viento para mejorar en contrarreloj. Ese esfuerzo y alguno más le han permitido ganar su primera Vuelta
Durante el invierno, trabajó en el túnel del viento para mejorar en contrarreloj. Ese esfuerzo y alguno más le han permitido ganar su primera Vuelta
Fabio Aru entraba sonriente en la meta de Madrid, festejando el maillot rojo rodeado por sus compañeros. Pero a los 18 años estuvo a punto de dejar el ciclismo. No entendía era el sentido de tanto sacrificio, de quedarse en casa mientras sus amigos estaban de fiesta. Pero sus padres, un agricultor y una profesora, insistieron en que continuara con los estudios y con la bici. Ganó la bici. En Cerdeña, la agricultura no da para mucho y después de acabar el instituto pensó en estudiar Educación física o Psicología, pero se dio cuenta de que el ciclismo era demasiado exigente.
Ahora, con 25 años, recibe el premio para el que se ha preparado durante tanto tiempo. No ha sido fácil, ha tenido que esperar hasta el penúltimo día para conseguir su primera grande. La de ayer era una jornada para disfrutar. En la salida, en el pelotón, con los compañeros. Y al finalizar, con su familia y, especialmente, con su novia Valentina.
Reconoce Fabio que hasta llegar a Cibeles, el momento más duro fue en la etapa de Sotres, cuando ganó Purito y el no pudo seguirle. «Me quedé sin piernas», dice. El maillot rojo lo perdió un día después, en la Ermita de Alba. Y no volvió a lucirlo hasta el último día, hasta el paseo por Madrid.
La etapa decisiva fue la del sábado con final en Cercedilla, pero Fabio sabe que la Vuelta la empezó a ganar en la contrarreloj de Burgos, de donde salió con sólo tres segundos de diferencia con Dumoulin. Para mejorar esa especialidad ha trabajado este invierno en el túnel del viento. Quería mejorar la aerodinámica. El objetivo era prepararse para la «crono» del Giro, en la que «reventó» ante Contador. De nada le sirvieron ya sus esfuerzos y la ayuda de Mikel Landa para recuperar el tiempo perdido. «Ha sido una experiencia que me servirá», confesaba después de la carrera italiana. Y le ha servido para ganar esta Vuelta sin llevarse ninguna etapa, igual que hizo Contador en el Giro.
Alberto es su ídolo, el modelo en que se fija. «Cuando coincidí con él en el Tour de San Luis por primera vez me parecía extraño estar a su lado en el pelotón», confesaba en una entrevista a «La Gazzetta dello Sport» en 2014. Con el español comparte más cosas, como la amistad de Paolo Tiralongo, una referencia para Aru. De él se acordó en el momento de la victoria. «Me enseña a ser humilde, me pone los pies en la tierra», dice. Es su mejor consejero. «Me dice más veces lo que hago mal que lo que hago bien. Si te dicen siempre que eres un campeón, no vas a mejorar», reconoce. Aru vive con su novia en Lugano, como Contador, pero hace años se trasladó a Bérgamo para poder entrenarse con Tiralongo, que ayer estaba en Madrid para festejar el triunfo.
Los dos fueron descubiertos, con años de diferencia, por Olivano Locatelli, el entrenador que cambió la vida de Fabio. Hasta los 15 años no se tomó en serio ciclismo. Antes, prefería el tenis –admira a Nadal– y el fútbol. «Con la bici era poco explosivo», confiesa. Locatelli era un técnico exigente, le hizo trabajar, y Aru reconoce que, gracias a él, la vida como profesional ha sido más sencilla.
Fue en su época amateur cuando aprendió a hacer sacrificios. Por ejemplo, en la comida. «Viviría de pasta y pizza», asegura. Una dieta imposible para un ciclista. Sin embargo, se frena en la mesa. Quizá sea ésa una de las razones que hacen que se permita comenzar la temporada apenas con dos kilos más que cuando está en forma y más tarde que sus grandes rivales, a pesar de que su gran objetivo es el Giro, la primera grande de la temporada. Este año comenzó en la París-Niza, en marzo. Sin embargo, su primera victoria en una carrera de tres semanas ha sido en la Vuelta. Igual que sucedió hace cinco años con Nibali. Después, el «Tiburón» consiguió el Giro y el Tour. Contador y él son los únicos ciclistas en activo que han conseguido ganar las tres. Ése es el objetivo de Aru, aunque para el año que viene añade los Juegos de Río. «Se adaptan a mis características», asegura. Ya ha confirmado a su seleccionador, Davide Cassani, que le gustaría estar en la carrera olímpica. Pero, de momento, se conforma con disfrutar de su victoria en la Vuelta.
Degenkolb consuela al Giant
El consuelo para el Giant llegó en el Paseo del Prado. El equipo comparecía en la Vuelta con la idea de ganar etapas con Degenkolb, pero tuvo que esperar hasta la última. Es la décima victoria del alemán en las tres ediciones de la carrera que ha disputado. Es una alegría para el equipo después de que Dumoulin perdiera el maillot rojo el penúltimo día. Su director, Christian Guiberteau, confesaba ayer que el holandés había pasado mal la noche antes de la penúltima etapa: «No quiere hablar de eso, pero estaba enfermo. Es posible que fuera el resultado de una Vuelta larga y estresante, donde siempre ha estado al límite». «Estoy decepcionado por no haber podido completar el trabajo de tres semanas, pero esto me va a hacer más fuerte», dice Dumoulin, que se marcha con el premio a la combatividad y dos victorias de etapa.
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