Champions League

Liga de Campeones

Real Madrid-Manchester City, el arma de Ancelotti contra Haaland

El Real Madrid y el Manchester City juegan la ida de la semifinal de la Champions hoy martes. Haaland es la gran amenaza del equipo de Pep Guardiola

Sobre el césped de La Cartuja, los jugadores del Real Madrid cantaban el himno, se abrazaban, buscaban a sus familiares y acabaron jugando con sus hijos encima de la hierba. Rüdiger, mientras, cogía el confeti y se lo iba echando a quien se encontrase cerca: desde Vinicius a Kroos. Rüdiger es un tipo especial, sin ninguna duda, un «loco», como él mismo se define y que hoy tiene su gran prueba de fuego en el Real Madrid: titular en la semifinal de la Champions y enfrente, Haaland, el futbolista del año junto a Vinicius, el gran cambio del Manchester City respecto a la temporada pasada. «Nosotros no planteamos un partido para parar a un jugador. Planteamos un partido para parar a un equipo, sobre todo con balón. Tiene una relevancia muy importante este jugador, pero solo pensar en él sería olvidarse de otros», decía ayer Ancelotti.

El entrenador italiano quería quitar presión a Rüdiger, a quien, junto a Alaba, le toca hacer frente al máximo goleador de la Premier y el futbolista que ha hecho que Guardiola adapte su forma de jugar. «Ahora aprovechan el juego en largo. En muchos partidos han tomado ventaja. Esto no significa que hayan cambiado el estilo. Están muy bien organizados atrás y juegan bien la pelota», explicaba Ancelotti.

Rüdiger tiene 30 años y suficiente experiencia para afrontar lo que es el mayor reto para un defensa. Cuando Militao vio la amarilla en el encuentro contra el Chelsea todos los madridistas se echaron las manos a la cabeza. El mejor defensa de la temporada se perdía uno de los partidos contra el mejor delantero del mundo. Y Alaba se lesionaba. Con el paso de los días la situación ha ido cambiando: el futbolista austríaco llega plenamente recuperado, tras jugar la final de la Copa del Rey y los últimos encuentros de Militao, con un despiste absoluto, provocan que el madridismo no lamente tanto su pérdida.

Le toca a Rüdiger hacerse valer. El cuerpo técnico confía plenamente en él. Antonio, como le llaman Ancelotti y su equipo, llegó al Real Madrid convencidísimo de que era el equipo perfecto y la visita que hizo el entrenador a su casa, en medio de una barbacoa, fue ya el gesto definitivo para tomar una decisión en la que llevaba pensando desde hace años.

En 2016, antes de la Eurocopa, se lesionó de gravedad rompiéndose el ligamento cruzado y en ese tiempo de baja y frustración le llegó una carta de Florentino Pérez. Eso le cambió la vida: «Florentino me deseaba una pronta recuperación. Mi madre tiene guardada la carta», contaba el futbolista alemán recientemente en una entrevista para Canal + África. «La tenía frente a mí todos los días y me preguntaba: ‘‘¿Un hombre como yo?”», se preguntaba con cierto escepticismo, pero con más confianza . Esa temporada la acabó en la Roma y la siguiente la empezó ya en el Chelsea, donde estuvo cinco cursos. El último, no renovó: «Antes de esa carta, el Real Madrid me parecía muy lejano. Con la carta pensaba que algún día podía llegar. Que un día jugaría allí», decía. Pero para llegar al Real Madrid hay que estar preparado. «Cuando levanté la Champions con el Chelsea. Ahí supe y entendí que estaba listo. Si quieres estar en el lado ganador, tienes que ir a jugar al Real Madrid».

Bailarín y bromista

Lo vivió la temporada pasada cuando, como defensa titular y marcando un gol, sufrió como el conjunto blanco le remontaba la eliminatoria al Chelsea. Ahora le toca estar en el lado del equipo que suele remontar. Se adaptó bien, como demostró en el gol que le metió al Shakhtar en la fase de grupos, que empató el partido en el último minuto y él se jugó la vida para alcanzar el pase de Kroos. Acabó con un aparatoso vendaje, al estilo Camacho.

Personalmente tampoco le costó mucho hacerse con un vestuario en el que han encajado bien sus bromas, sus bailes, en competencia con Vinicius y Camavinga y en el que Kroos, alemán como él, y Alaba, que también habla el idioma, fueron los que le abrieron el camino. Dentro de la plantilla ya se conocía la forma de ser del futbolista, su extraña manera de correr y que se salía del molde.

Es el quinto futbolista en minutos y en partidos porque la lesión de Alaba le ha permitido hacerse un hueco por delante de Nacho y hoy llega su gran día.