Esgrima

Realidad virtual para llegar a los Juegos de París

Lucía Martín-Portugués es la primera española que ha conseguido ganar un Grand Prix de esgrima y está bien situada para llegar a la cita olímpica

Lucía Martín-Portugués, con su compañera María Ventura en Zero Latency
Lucía Martín-Portugués, con su compañera María Ventura en Zero Latencypr-garage

Los Juegos Olímpicos de París están un poco más cerca para Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, 1990) después de que hace diez días consiguiera ser la primera esgrimista española en ganar un Grand Prix. Ahora mismo estaría clasificada para la cita olímpica, aunque quedan todavía tres Copas del Mundo hasta abril en las que debe cerrar el acceso a París.

Mientras, Lucía no descansa y trata de mejorar su preparación en todos los aspectos para mejorar aún más su rendimiento. Uno de los elementos que ha añadido en los últimos tiempos ha sido el uso de la realidad virtual. Con la ayuda del centro de ocio Zero Latency ha añadido la realidad virtual a su entrenamiento.

«Era un videojuego, lo estuve haciendo con una compañera [María Ventura] y ayuda al reparto de tareas, a la toma de decisiones, hacia dónde tienes que mirar, hacia dónde no, y al ser totalmente en movimiento te ayuda también con un componente físico», explica Lucía.

«Yo ya había usado sistemas de luces para ayudarte a la concentración, los trabajos de poner los focos en un sitio o ponerlos en otro, para trabajar la toma de decisiones y la realidad virtual se está subiendo a este carro también. Tuve la oportunidad de probarlo y creo que para los trabajos en equipo, para hablar de líderes, de comunicación creo que va a ser muy interesante y que van a venir para quedarse», dice. «Matar zombis no es una de las cosas que te vaya a hacer ganar una competición, pero todo se puede entrenar y si tú estás tratando de entrenar un ejercicio de concentración o de focalización y te quieres centrar en una cosa todo se puede aprovechar», añade.

Lucía sufre de epilepsia, pero ni el videojuego ni el sistema de luces que utiliza para complementar su entrenamiento suponen un problema. «Muchas personas que sufren epilepsia tienen fotosensibiidad y no pueden trabajar con cierto tipo de estímulos como luces en la cara. En mi caso el sistema de luces con el que trabajo no me ha afectado. No son luces parpadeantes, que van a provocarme una crisis, son luces fijas. Creo que cada uno con su médico tiene que saber hasta dónde puede llegar», reconoce.

«Ahora mismo estoy regulada completamente con medicación y soy una gran privilegiada por ello porque no todo el mundo que tiene epilepsia puede decir lo mismo. Me costó mucho llegar a esa regulación porque no encontrábamos la medicación adecuada, algunas tenían efectos secundarios, pero nunca nos conformamos y fuimos trabajando y trabajando hasta encontrar la estabilidad total gracias a mi doctor con la medicación adecuada», cuenta.

La muerte de Antonio Puerta fue decisiva para saber lo que le pasaba. «Por el tipo de crisis que tengo, que tengo crisis de ausencias, no me acuerdo de nada de lo que paso durante las crisis y hablo y actúo prácticamente normal. Yo lo único que sentía era un pequeño mareo. Antes de que te dé una crisis epiléptica tienes una cosa que se llama aura y es una sensación como de mareo, que te vas a ir. Yo tenía esa sensación siempre y al morir Puerta dijeron que él también se mareaba y yo me asusté muchísimo porque pensaba “madre mía, que yo me mareo, soy deportista como él y a ver si va a ser algo del corazón”. Entonces empecé a investigar en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y empezaron a hacerme estudios de corazón y lo descartaron. Me dijeron que tenía todo el aspecto de ser neurológico y empecé a ir al neurólogo. Fui a un neurólogo y me dijo «esto es una epilepsia de libro. Me fueron derivando a médicos hasta que encontré un especialista en lo mío, que encima he tenido suerte porque también lleva a otro deportista y eso me ha permitido llevar una vida más o menos adaptada a mi enfermedad», recuerda.

La epilepsia no le supone un problema para competir. «Es verdad que tenemos que llevar unas pautas de vida higiénicas, tienes que dormir un número de horas, entrenar mucho tiempo, y tienes que hacer una serie de esfuerzos que la gente no necesita hacer para encontrarte bien. Y es para siempre», asume.

Lucía compagina el deporte de élite con sus estudios de Odontología. «Para mí los estudios son muy importantes a distintos niveles. El primero y más importante es para formarse, porque la vida de un deportista dura lo que dura y hay veces que llegan las lesiones y no puedes hacer nada y tienes que retirarte. También te hace mantener un círculo de amistades que no tienen nada que ver con el deporte y eso está bien, porque los deportistas a veces vivimos dentro de una burbuja. Y te permite evadirte, dar importancia a otras cosas que no son solo la competición, te permite estar centrado en exámenes y en mi caso aumenta mucho la concentración. Mis mejores resultados han sido cuando estaba estudiando. Te vuelves muy eficiente», explica.

«Hay que hacerlo un poco organizado. Yo me he rodeado de personas como mi pareja, que me han ayudado a ser más disciplinada a la hora de estudiar, a la hora de organizarme mejor y eso me permite ir sacándolo todo sin castigarme mucho, sin culpabilizarme por estar abandonando algunas cosas», añade.

Pero no se olvida de su entrenador, José Luis Álvarez. «El progreso que ha tenido la esgrima española, en concreto el sable femenino ha sido en el 99 por ciento gracias a él. Hace tres años empezó a trabajar con nosotras y se están viendo los éxitos. Él nos explicó lo que era la esgrima. Nosotras llevábamos muchos años trabajándola, pero no hacíamos un entrenamiento de calidad», dice. Juntos esperan llegar a París.