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Garbiñe cae en la trampa de Jabeur y se despide de Wimbledon

La española no logra domar el inesperado juego de la tunecina, que remonta para meterse en octavos (5-7, 6-3 y 6-2)

Garbiñe Muguruza se resbaló varias veces en su partido de tercera ronda de Wimbledon ante Ons Jabeur
Garbiñe Muguruza se resbaló varias veces en su partido de tercera ronda de Wimbledon ante Ons JabeurKirsty WigglesworthAP

Un partido incómodo, difícil, al que Garbiñe Muguruza trató de agarrarse, pero no pudo. La tunecina Ons Jabeur le cerró el camino en la tercera ronda de Wimbledon (5-7, 6-3 y 6-2). Pero es que la tunecina Ons Jabeur le puede hacer un lío a cualquiera. Su forma de jugar se sale de la norma y es difícil adaptarse. Que si una dejada, que si otra, que si otra... Durante el partido hizo más de 30, corta el ritmo, juega la derecha cortada, da un golpe inesperado... No era el típico encuentro de juego desde el fondo y a ver quién puede más. Era la tensión de saber que en cada momento puede llegar la sorpresa.

Tuvo otro enemigo la española en el primer set: el césped. Cuando estaba 5-4 y sacaba para ganar, se resbaló dos veces en ese juego y se hizo daño o cogió algo de miedo, porque ya pisaba con mucho tiento. Intentó resistirse con todo la española, salvó hasta cinco pelotas de break, pero la tunecina llegó al 5-5. Era un partido loco y Garbiñe continuó apretando para llevarse esa primera manga y respirar... O eso parecía.

Pero en el fondo nunca estuvo cómoda la campeona en la hierba del All England Club en 2017. Su juego de ataque, ofensivo, a por todas, no lograba doblegar a su rival, que de vez en cuando cometía algún error que otro con la derecha, tirando la pelota a la red, pero mayormente estaba flotando. Le salió todo: de las dejadas del primer tramo del partido a pegarle más duro después. Y así también sumaba puntos. Se vivía muy al límite, con opciones para ambas, pero es verdad que al resto la tunecina hacía más daño. Hasta 29 pelotas de rotura tuvo en todo el encuentro. Una barbaridad. Completó cinco, las dos últimas para lanzarse definitivamente en el tercer y definitivo set, en el que ya jugaba dando espectáculo: reveses a dos manos saltando, como si fuera Juan Carlos Ferrero; una muñeca de seda en la red al más puro estilo Navratilova o Federer. Una locura su forma de jugar. Garbiñe no se rindió, pero su rival resistió las embestidas para terminar levantando los brazos. Ojo, que acabó también al límite y entre el esfuerzo, el calor y los nervios, en el juego definitivo, antes de la primera pelota de partido, se echó a un lado y vomitó. No logró cerrar ahí, pero sí a la segunda, con una derecha con efecto cruzada desde el centro de la pista.