Tenis
La crisis de Djokovic, de las lágrimas al alivio
El serbio disputó llorando el último juego de la final del US Open en la que cayó ante Medvedev. No pudo lidiar con la presión en los Juegos y en la búsqueda de su vigésimo primer Grande
Novak Djokovic aseguró en Tokio que «la presión es un privilegio». El número uno del mundo no fue capaz de gestionarla en los Juegos, donde perdió en semifinales con Zverev y con Carreño en la lucha por el bronce, y tampoco en la final del Abierto de Estados Unidos en la que se impuso Daniil Medvedev por un triple 6-4. En el cambio de pista antes del último juego se vio algo insólito. El serbio estaba sentado y a punto de regresar para intentar prolongar la final. Cogió una toalla, se la puso en la cabeza y comenzó a llorar. Regresó con los ojos vidriosos y con lágrimas restó el último juego. El público de la Arthur Ashe se volcó con Nole y él estalló. No fueron las únicas lágrimas. Se repitieron en la ceremonia de entrega de trofeos. Su explicación: «Sentí algo que nunca había vivido en Nueva York. El público me hizo sentir muy especial y me sorprendió. Por eso empecé a llorar. Fue una emoción muy fuerte casi tanto como ganar 21 Grand Slams, me tocaron el corazón». Y sigue: «Al irme sentí alivio. Me alegré que terminase porque la preparación mental y emocional de estas últimas semanas fue mucha y muy difícil de manejar».
El desempate con los 20 Grandes de Nadal y Federer deberá esperar al menos hasta el próximo Abierto de Australia. El número uno del mundo no tiene ningún plan concreto después de Nueva York. Con Rafa y Roger parados, Nole podría darse una tregua y no regresar hasta 2022. En cualquier caso un regreso antes de la gira europea «indoor» que cerrará la temporada –París-Berçy y las ATP Finals de Turín– está casi descartado.
La derrota ante el ruso no oculta una temporada casi perfecta. Nole presenta un balance de 44 victorias y 6 derrotas y ha levantado cuatro títulos: Australia, Roland Garros, Wimbledon y su torneo de Belgrado. No alcanzar los dos últimos desafíos, el oro olímpico y el US Open, ha cambiado la perspectiva del curso. «Cuanto más pasa el tiempo para los más veteranos más difícil es permanecer en la cima y competir por títulos importantes. Soy consciente de eso y no me preocupa porque se trata de un ciclo natural. De todos modos, no me siento viejo ni que mi cuerpo esté desgastado. Siendo padre tienes otras prioridades. Quiero pasar más tiempo con mis hijos, me duele mucho mi ausencia... lo siento», explicó al borde del llanto y dando por terminada de forma apresurada la conferencia de prensa.
Antes había evidenciado que el reto de los 21 Grand Slams seguirá siendo el gran acicate de su carrera: «Hay que dar vuelta a esto cuanto antes porque pronto habrá más desafíos. Intentaré sacar algunas lecciones, aprender, ser más fuerte y seguir adelante porque todavía amo este deporte y me siento bien dentro de la pista. Mientras haya motivación, seguiré».
Djokovic tiene claro que el relevo al frente de la ATP cada vez está más cerca. Él considera que la transición comenzó ya la temporada pasada cuando Thiem logró su primer Grand Slam precisamente en Nueva York. Nole ve a Medvedev como futuro número uno y su victoria ha convertido al ruso en la gran alternativa entre las raquetas más jóvenes. Desde su gira estadounidense sobre pista dura en 2019, que acabó con la derrota ante Nadal en la final de Nueva York, es candidato a todo en las pistas más rápidas. Los otros dos aspirantes son Zverev y Tsitsipas. El griego fue el jugador más sólido del año hasta la final de Roland Garros. Luego llegaron las derrotas, los comentarios sobre la pandemia y un desplome dentro y fuera de las pistas. Zverev ha seguido una trayectoria opuesta. Se proclamó campeón olímpico derrotando en semifinales a Djokovic y tuvo al serbio al borde del KO en el US Open. Al alemán le queda dar un paso al frente en los Grandes. El que ya ha dado Medvedev.
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