Derrota
Un Medvedev superlativo aparta a Alcaraz de la final del US Open contra Djokovic
El ruso firmó un partido completísimo tanto para defender como para atacar, y se impuso por 7-6 (7/3), 6-1, 3-6 y 6-3
A lo mejor uno de los problemas fue la facilidad con la que Carlos Alcaraz había ganado a Daniil Medvedev las dos veces que se habían enfrentado esta temporada, y no en dos citas cualquiera: la final del Indian Wells y las semifinales de Wimbledon. No es que eso hiciera al español salir confiado, porque él sabe perfectamente quién tenía delante, pero algún espectador despistado hubiera podido pensar que era una semifinal del US Open cómoda o algo por el estilo. Lo que mostró el tenista ruso en Nueva York señala dos cosas: lo pedazo de tenista que es y lo extraordinario que fue que un chico de 19 años cuando jugaron en California y de 20 cuando lo hicieron en Londres le dominara y le mareara de esa manera. Esta vez Medvedev cambió el resultado y se impuso por 7-6 (7/3), 6-1, 3-6 y 6-3 para disputar por tercera vez la final del último Grand Slam del año contra la leyenda de Djokovic. Ya ganó al serbio el duelo por el título en 2021, así que...
Y más teniendo en cuenta la versión que mostró ante Alcaraz. Cierto que el español empezó mejor el encuentro, pero desde mitad del primer set fue a remolque y peleó con todo y se agarró a la pista, pero no fue suficiente para conseguir el triunfo. En el arranque tenía Carlos mejores sensaciones que su rival y pudo lograr el break en los dos primeros juegos, pero no aprovechó la oportunidad. Daniil comenzó algo tensó, cometiendo dobles faltas porque forzaba con el segundo, pero fue aguantando y mejorando hasta dar la vuelta a la situación.
La perfección
Al final de ese primer parcial ya era el dueño de la situación y en el comienzo del segundo, con la rotura de saque que logró, empezó a ver la pista gigantesca. Por momentos parecía como si las líneas se movieran para hacer buenos los golpes del ruso porque parecía imposible ser tan preciso. Por milímetros por aquí, por un pelo por allá... El juego del ruso era sencillamente perfecto y Alcaraz vivió un calvario. Un tenista como el murciano, con la facilidad que tiene para encontrar huecos, directamente no los veía.
Se dio un respiro marchándose al vestuario después del 6-1 encajado en ese segundo set, y le vino bien. Le pedían desde su banquillo que apareciera la magia y en la reanudación todo en el español indicaba que estaba dispuesto a intentarlo, decidido a buscar por primera vez remontar una desventaja de dos sets en contra. Parecía enrabietado, lo que le podía haber llevado a la precipitación, pero no lo hizo. Sí apretó más los dientes y la derecha y firmó su primer break del encuentro con un par de passings y un globo que desataron la locura de los espectadores, incluidos los numerosos VIP que había.
Pero la reacción de Medvedev fue impecable. No se desinfló el ruso, ni mucho menos. La manera que encontró de bajar el ímpetu del español fue continuar con la eficacia y la solidez con las que estaba. No le dio para recuperar el tercer set y al comienzo del cuarto tuvo un susto con un 15-40, pero en general estaba siendo superior. A Carlos se le veía sufrir como pocas veces y la única solución que encontraba era el saque abierto y subir a la red a volear, una jugada que le dio decenas de puntos. Pero en cuanto la bola se ponía en juego, mandaba Daniil, aunque parezca increíble. Mezcló a la perfección el número tres del mundo la defensa y el ataque. En lo primero es un maestro, parece un pulpo, se estira, llega a todo y no se limita a pasar la bola, sino que en posiciones imposibles saca golpes que no existen y que hacen daño. Resistía los cañonazos acelerados del murciano y contraatacaba. O directamente buscaba hacer pupa con el revés paralelo. Además, servía de maravilla.
Era pura supervivencia lo de Carlos, que cedió terreno en un sexto juego del cuarto set que duró 15 minutos. Tuvo sus oportunidades de llevárselo, suplicaba al cielo un milagro en cada ventaja que se le iba, salvaba también pelotas de break, pero el milagro no llegó y sí la rotura del ruso para ponerse 4-2. Después le costó cerrar el partido, necesitó hasta cuatro pelotas definitivas para acabar con la resistencia. En la primera, por cierto, dejó su sello: falló el primer saque y se jugó un segundo todavía más fuerte que mandó fuera. Puro Medvedev.
Después del triunfo, se enfrentó al público, los desafió. Muy suyo también. Ahora le espera otro reto mayúsculo contra un Djokovic algo más descansado tras superar en la otra semifinal al joven Shelton por 6-3, 6-2 y 7-6 (7/4).
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