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Tenis

El tierno gesto del hijo de Rafa Nadal cuando su padre le ha cogido en brazos en la pista de Roland Garros

El ex tenista español no ha dejado de emocionarse en el precioso homenaje que le ha dado el torneo francés

El hijo de Rafa Nadal, protagonista en el homenaje a su padre ASSOCIATED PRESSAP

El 25 de mayo de 2025 quedará grabado en la historia del deporte como el día en que Roland Garros, catedral del tenis sobre tierra batida, rindió homenaje eterno a su rey: Rafael Nadal. Bajo el cielo primaveral de París, la Philippe Chatrier se convirtió en un altar de emociones, memoria y gratitud. El protagonista, que había entrado entre ovaciones con una sonrisa contenida y los ojos ya humedecidos, terminó el acto llorando frente al vídeo de sus hazañas. No era un adiós cualquiera. Era la consagración definitiva de una leyenda. En la grada, sus entrenadores, sus padres, sus abuelas y su mujer y su hijo.

Los primeros compases del homenaje fueron ya elocuentes: el público en pie, coreando su nombre, con camisetas especiales que rezaban “Merci Rafa”. Fue una ovación de esas que no se ensayan ni se repiten: fue emoción pura, salida del corazón de quienes le han visto reinar durante dos décadas. Marc Maury, voz habitual del torneo, recitó uno por uno los 14 títulos de Nadal en Roland Garros. Cada año era una ráfaga de historia. Cada cifra, un eco de épica.

Una placa eterna

El instante culminante llegó cuando se descubrió la placa con su huella sobre la tierra batida, flanqueada por sus 14 trofeos. No una estatua, no una vitrina, sino su propia pisada, hincada para siempre en el suelo que le vio crecer, sufrir, levantarse y triunfar. Una imagen que resume el paso de un coloso, que ha marcado un antes y un después en el tenis mundial.

Pero lo que hizo que ese homenaje se convirtiera en algo inolvidable fue la presencia, junto a él, de Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray. El Big Four, reunido en paz, sin raquetas, sin jueces de línea, sin puntos ni títulos en juego. Solo respeto, admiración y afecto. Nadal tomó el micrófono y, entre palabras temblorosas y silencios que hablaban más que cualquier frase, les dedicó un mensaje sincero: “Me hicisteis pasar momentos duros en la pista, empujándome al límite, pero, al final, el tenis es solo un juego. El mensaje es que podemos ser muy buenos amigos después de ser grandes rivales”. La historia del tenis les recordará como combatientes, pero este día les retrató como compañeros de viaje.

Sus abuelas, de más de noventa años

El momento más íntimo llegó con los recuerdos familiares. Con una voz entrecortada, Rafa se dirigió a sus abuelas presentes en la tribuna, de 94 y 92 años. Y, con emoción contenida, recordó a sus abuelos ausentes: “Les agradezco todo lo que hicieron por mí y les echo de menos”. En ese instante, ya no era el campeón, sino el nieto, el hijo, el sobrino. Porque Nadal, incluso en la cumbre, nunca dejó de mirar hacia atrás con gratitud.

A su tío Toni, su mentor desde niño, le dedicó palabras de reconocimiento profundas: “Gracias por haber dedicado una gran parte de tu vida a estar conmigo. Lo que hemos vivido no siempre ha sido fácil, pero ha valido la pena. Has sido, sin ninguna duda, el mejor entrenador que jamás hubiera podido tener”. Fue el abrazo entre dos generaciones de la familia Nadal, forjada en la exigencia, el sacrificio y el afecto callado.

Su hijo, protagonista

El discurso también tuvo espacio para Mery Perelló, su mujer, con quien ha construido una familia y compartido los años más intensos de su carrera: “Has estado siempre apoyándome desde una posición no siempre fácil. Espero hacerte igual de feliz que tú a mí”. El recuerdo de su hijo, del que apenas habla en público, fue otro guiño tierno en una jornada marcada por la nostalgia y la plenitud.

Después, al finalizar el homenaje, cogió a su hijo en brazos y le enseñó, desde la arena, lo que vio Nadal durante tanto tiempo, desde donde tantos éxitos cosechó. El niño se llevó las manos a la cabeza, alucinando.

“Ha sido una historia increíble”, dijo. Y no exageraba.