Energía

¿Por qué el precio del petróleo entró en terreno negativo?

El barril de crudo llegó a cotizar a -40 dólares esta semana

Esta semana se produjo un hecho histórico en el mercado internacional de petróleo: el precio de un barril de crudo llegó a cotizar en negativo, es decir, que quien compraba oro negro no sólo recibía petróleo, sino que además cobraba (en lugar de pagar) una determinada suma de dinero que llegó a ser de hasta 40 dólares por barril. ¿A qué se debió este hecho insólito? ¿Qué nos está indicando sobre la situación actual de la economía mundial? Primero es necesario que describamos brevemente el funcionamiento del mercado de mercados. Un «futuro» es un contrato por el que un vendedor se compromete a entregar en una fecha futura determinada una cierta cantidad de mercancía y por el que el comprador se compromete a recibir esa mercancía en el momento convenido y a pagar entonces el precio hoy consensuado. A los vendedores les interesa utilizar un contrato de futuros porque de esa forma se cubren frente al riesgo de que el día de mañana bajen los precios de la mercancía que producen; a los compradores, a su vez, también les interesa utilizarlos porque de esa forma se cubren frente al riesgo de que el día de mañana suban los precios de la mercancía que necesitan. Ambas partes, pues, salen potencialmente ganando cerrándose hoy un precio al que vender o comprar una mercancía el día de mañana. En el mercado también participa un tercer tipo de agentes, los especuladores, que o bien venden futuros sin ser productores de la mercancía o bien compran futuros sin necesitar la mercancía, pero que ayudan a alinear los precios de las mercancías con la información actualmente disponible.

En el caso del petróleo, el funcionamiento del mercado de futuros no es distinto: así, meses atrás, muchos productores vendieron contratos de futuros (es decir, se comprometieron a entregar en mayo una determinada cantidad de petróleo a un precio acordado de antemano) con vencimiento en el mes de mayo; y otros tantos demandantes finales (y también especuladores) los compraron esperando necesitar crudo en la actualidad. Pero sus expectativas se han visto frustradas. La parálisis económica global ha hundido el consumo de petróleo y, por tanto, desde hace ya varias semanas, el crudo adquirido y no consumido se está almacenando para cuando pueda volver a ser necesario en el día de mañana. En este sentido, las reservas estadounidenses de esta materia prima se encuentran prácticamente a rebosar y no cuentan con mucho margen extra para absorber nuevo crudo.

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De ahí que, el pasado 20 de abril, sucediera el hecho histórico con el que abríamos este texto: ese día era el último del que disponían los poseedores de un contrato de futuros para endosárselo a otro inversor con el objetivo de que fuera éste quien se hiciera cargo de recibir los barriles de petróleo a los que da derecho un futuro. Pero como no había nadie interesado en recibir físicamente barriles de petróleo en un contexto en el que el crudo no se consume y sólo se almacena, nadie quería comprarlos. Mucha oferta de futuros y ninguna demanda significa que el precio va cayendo hasta que la demanda se incrementa. Y, en este caso, cayó hasta ubicarse en terreno negativo. En esencia, quienes tenían un futuro deseaban tanto desprenderse de él (para no tener que soportar los costes de almacenar el crudo) que llegaron a pagar a otra gente para que se quedara con ese «marrón». Lo que claramente nos está diciendo el mercado, pues, es que la economía mundial está tan paralizada que sobra petróleo por todos lados: el oro negro se ha convertido en una patata caliente cuyos costes de almacenamiento nadie quiere soportar.

15% de caída del PIB

Las malas perspectivas de la economía española siguen acumulándose. Primero fue el Fondo Monetario Internacional quien anticipó que nuestro país podría desmoronarse en 2020 más de un 8%; luego, el Banco de España alertó de que podría desplomarse un 13%. Y ahora, el Banco Central Europeo por boca de su presidenta Christine Lagarde, alerta de que los países más damnificados (como el nuestro) llegarían a perder hasta el 15% de su PIB. Lo cierto es que, a estas alturas, todavía es pronto para estimar cuál será la evolución de la economía en 2020 (puesto que ni siquiera sabemos cuándo terminará el confinamiento) pero sí podemos señalar que la caída del PIB será histórica y que muy probablemente el crecimiento económico de 2021 no será suficiente para compensarla.

Italia: bono basura

Los efectos de un colapso de la actividad tan notable como el que arrojará el coronavirus no quedarán limitados a la reducción del PIB y al estallido del paro. Por necesidad, también repercutirán sobre la solvencia de los Estados: mucha más deuda pública y muchos menos ingresos fiscales significan mucha menos solvencia. Así se ha pronunciado, de hecho, la agencia de rating Moody’s. Si la recuperación económica no llega a Italia hasta 2021, entonces optará por rebajar la calificación de su deuda hasta la categoría de «bono basura». Y no creamos que sólo Italia se hallará en ese brete. Aquí más que nunca el refranero español resulta de utilidad: «Cuando veas las barbas de tu vecino mojar, pon las tuyas a remojar». Con una deuda pública propia estimada a final de año en más del 120% del PIB, no acabaremos mucho mejor.

¿Recortes o incompetencia?

PSOE y Podemos han querido vincular el elevado número de fallecidos por coronavirus en España a los recortes del sistema sanitario. Pero, en realidad, el factor principal detrás de la alta letalidad del coronavirus en España no ha sido la rebaja del gasto sanitario, sino el absoluto descontrol con el que se ha propagado la pandemia. Baste comparar a España con dos países vecinos: Grecia y Portugal. Mientras que estos dos países recortaron sus desembolsos sanitarios mucho más que España (entre 2009 y 2018, España los ha rebajado un 1%; Portugal, un 7%; Grecia, un 43%), su número de fallecidos es muy inferior: más de 22.000 en España frente a menos de 150 y de 900 en el caso de Grecia y Portugal. ¿Por qué? Porque tomaron medidas de distanciamiento social mucho antes que nosotros.